Por: Edgar Frías Borja
Causa hilaridad reflexionar sobre este tema, que cada que se aproximan las elecciones en nuestro amado Ecuador, se pone en vigencia. Pues, para nadie es desconocido este famoso refrán “Yo te ofrezco, busca quien te dé”; siendo el consabido cuestionamiento a la perversa mentira, de aquellos que con impudicia ofrecen el oro y el moro y luego no lo cumplen.
Es conocido que la demagogia es inevitable en países subdesarrollados, políticamente hablando. Más aún, cuando el país de Manuelito atraviesa por una crisis aguda, representada por una predisposición injustificable hacia el empobrecimiento de más ecuatorianos, causado por los desgobiernos irresponsables que nos han regido; y que, sumado a los efectos catastróficos de pandemia, han empujado a una nueva ola de emigración de nuestros compatriotas.
Recordemos pues, que desde hace medio siglo los mortales de la nación, hemos vivido de las bondades del oro negro, mal usado y mal repartido. De esta bondad que nuestro territorio nos ha proporcionado, hemos abusado, sin importarnos la lamentable realidad en que nos encontramos, al escasear el producto, poniendo en riesgo de que no habrá ni para pagar los compromisos adquiridos con antelación. En consecuencia, los candidatos que ofrecen todo lo que les piden, mienten descaradamente, porque ya no es tiempo de vivir de donaciones, facilismos y subsidios.
Desgraciadamente, los ecuatorianos no hemos aprendido nada de las lecciones de la vida, aún vivimos en la nube rosada, donde creemos que todo lo que se da, es por obra y gracia del Espíritu Santo; sin advertir que, el papá estado, ya no es el Papa Noel que creíamos. Ahora debe mediar el sacrificio y esfuerzo de todos, para construir un futuro, sin ilusiones y falsas perspectivas, sino de realidades tangibles.
También, resulta sorprendente comprobar que ningún candidato expone la realidad tal cual es, aquella que exige un mínimo de coherencia y sentido común. Ya no es tiempo de las vacas gordas, hemos diezmado nuestros recursos, sin que aseguremos el futuro prometedor, que en tiempo de campaña nos ofrecen.
Estoy seguro, que las arengas y discursos que se pronuncian y se los oye bonitos, vendrán cargados de falsas expectativas y llenos de hipocresía. Los mentirosos, los farsantes, los vendedores de ilusiones, afilan su instrumento lingüístico, para embaucar nuevamente al electorado; a fin de que, se le favorezcan con el voto, pero cuando ya hayan conseguido su puestito, se olviden de las ofertas de campaña y de los abrazos y besos que dieron.
Como soñar no cuesta nada, despertemos a nuestra realidad nacional, no nos dejemos engatusar para que no nos ofrezca y luego no cumplan y de paso nos manden a buscar quien se haga cargo de la demagogia. Compatriotas, es hora de decir basta a tantos lisonjeros que nos mienten y nos embaucan de manera muy hábil, hasta elegirlos y creer que serán los verdaderos salvadores de la Patria.
