Por: Fedgar
En un mundo donde las opiniones y perspectivas son diversas, la discusión y el debate son fundamentales para el crecimiento personal y colectivo. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Para qué discutir? La discusión permite el intercambio de ideas y perspectivas, lo que enriquece nuestro entendimiento y nos ayuda a ver las cosas desde diferentes ángulos. Al discutir, podemos aprender de los demás, corregir nuestros errores y mejorar nuestras habilidades de comunicación y argumentación. La discusión puede ayudar a resolver conflictos y encontrar soluciones a problemas comunes.
Sin embargo, si una de las partes no está dispuesta a escuchar o considerar las perspectivas del otro, la discusión puede ser inútil y generar más conflictos. Debemos tener claro que, si el objetivo es imponer la propia opinión sin considerar las perspectivas del otro, la discusión puede ser contraproducente y generar resentimiento.
Hay gente con la que cualquier conversación es una pérdida total de tiempo. No escuchan, no quieren entender y convierten cualquier diálogo en un pleito o en una farsa. A este tipo de gente lo podemos catalogar en cinco grupos, con los que de verdad no vale la pena desgastarse.
El necio empedernido quien siempre tiene la razón. No hay forma de hacerlo entrar en razón, ni con datos, ni con lógica, ni con honestidad. El pseudo experto quien cree que lo sabe todo, pero apenas y conoce lo básico. Se la pasa lanzando términos “inteligentes” que ni siquiera entiende bien.
El que explota a la primera, con él, cualquier conversación se convierte en discusión. En vez de argumentos, gritos. En vez de diálogo, una competencia emocional. Puedes estar hablando de lo más trivial. También, el que te odia en silencio. Tú hablas y tus palabras son retorcidas. Das una opinión con buena intención y te la ridiculiza. Eres sincero, y te responde con sarcasmo. No es una charla: es veneno disfrazado de diálogo. Y lo peor: tú no hiciste nada. Solo que esa persona tiene un rencor escondido y lo disfraza de “objetividad”.
Y por último el altanero que se siente superior. Él todo lo sabe. No escucha, no le interesa tu punto de vista. Para él, tu opinión es puro ruido de fondo. No conversa — da cátedra. Y ni se da cuenta de que tú ya te fuiste en silencio.
Como soñar no cuesta nada, discutir es fundamental para la solución de los problemas que nos atañe en estos tiempos a los ecuatorianos; pero es importante hacerlo de manera efectiva y respetuosa. Al escuchar activamente, ser respetuoso y buscar puntos en común, podemos aprovechar al máximo las discusiones y encontrar soluciones a nuestros problemas comunes.