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miércoles, abril 30, 2025

Un adiós inolvidable al último hielero del Chimborazo

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CRÓNICA

Este 14 de octubre de 2024, bajo un cielo gris y ante la imponente silueta del Chimborazo, Ecuador se despidió de Baltazar Ushca, el último hielero de la provincia. Un hombre cuya vida y labor están profundamente entrelazadas con la historia de Chimborazo y del país. Hoy, una multitud de familiares, amigos, autoridades y ciudadanos se congregaron en la Plaza Central de Cuatro Esquinas, en San Andrés – Guano, para darle el último adiós a un símbolo viviente de la resiliencia y la tradición.

Los restos de Blatazar reposan en su tierra natal Cuatro Esquinas-San Andrés

La ceremonia estuvo marcada por un ambiente de melancolía, mientras el cuerpo de Baltazar descansaba en un ataúd rodeado de flores y paja de páramo, un tributo al oficio que lo acompañó durante décadas. El silencio solo era interrumpido por el sollozo de los presentes, y el viento que soplaba como recordando aquellos días en los que Baltazar recorría los inhóspitos senderos del volcán junto a sus fieles burros, trayendo los bloques de hielo que tanto caracterizaron su vida.

Desde el 11 de octubre, cuando el cuerpo de Baltazar salió de SOLCA Chimborazo, se inició una serie de homenajes. Primero fue llevado al Municipio de Guano y luego al Museo de la ciudad, para finalmente descansar en su hogar en Cuatro Esquinas. Allí, el 12 de octubre, se levantó una capilla ardiente, donde amigos y vecinos rindieron sus respetos durante su velorio. La culminación de estos actos se vivió el 14 de octubre, cuando decenas de personas acudieron a la Plaza Central para rendir homenaje a quien fue, para muchos, más que un hombre ‘un símbolo de la cultura y el amor por la tierra’.

El famoso cantante Widinson, amigo cercano de Baltazar, fue una de las figuras más destacadas en el acto de despedida. Con palabras llenas de nostalgia, compartió anécdotas y vivencias que conmovieron a todos los presentes, recordando la fortaleza y la sencillez de aquel hombre que, con cada bloque de hielo, también cargaba las memorias y tradiciones de una nación.

En el sepelio, la comunidad se unió en un canto de esperanza y gratitud. Se encendieron velas en su memoria, y en una cancha cercana se colocó un altar adornado con flores y fotografías que resaltaban la vida de Baltazar. Al unísono, los presentes corearon “¡Viva Baltazar! ¡Viva el Chimborazo!”, reafirmando el legado imborrable que deja el último hielero del Chimborazo.

Aunque el oficio de hielero ya no continuará en su familia, el legado de Baltazar Ushca seguirá presente no solo en la montaña, sino también en la memoria colectiva de un Ecuador que lo reconoce como un patrimonio humano viviente.

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