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miércoles, abril 30, 2025

Un pacto entre la rana y el sapo

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Por: Pablo Granja

Aunque ranas y sapos pertenecen al mismo género, tienen algunas diferencias entre sí. Incluso literariamente al llamar “rana” a una persona es para describirla “alegre y traviesa gracias a su gran sonrisa”; mientras “sapo”, sirve para calificar a una persona falsa y disimulada, con malas intenciones, en la que no se puede confiar.

Durante el debate, Luisa González defendió con euforia la dolarización, en cínica contradicción de sí misma y de sus compañeros de partido que quieren crear un ecuadólar para gastar en español y no en inglés. Imprimir moneda propia es el ‘sueño húmedo’ socialista, que tiene la desquiciada intención de conducirnos al caos.

Deben saber, estimados lectores, que entre los años 2007 y 2021, o sea durante el chavismo–madurismo, en Venezuela la hiperinflación acumulada llegó a 5.395’536.286% (CINCO MIL TRESCIENTOS NOVENTA Y CINCO MILLONES, CON QUINIENTOS TREINTA Y SEIS MIL DOSCIENTOS OCHENTA Y SEIS por ciento). Al bolívar, la moneda nacional, ¡le han eliminado 14 ceros de su denominación; ocasionando la más grande crisis humanitaria que ha sufrido América Latina en su historia, con ocho millones de desplazados! ¡Hacia allá nos quieren llevar! ¿Por qué? Para justificarse, aparecen el titiritero con su excanciller pronosticando el fin de la supremacía de la moneda gringa a nivel planetario. Por eso, no es mala idea la propuesta del asambleísta de ADN, que Patiño cobre en bolívares cuando asuma como legislador.

La economía venezolana se está recuperando, la inflación actual “solamente” está en el 117%, y el bolívar se devalúa frente al dólar “apenas” al 15% mensual. Mientras con nuestra economía dolarizada, la inflación mensual es de 0,35%. Pero Luisa González sostiene que “en Venezuela se vive mejor que aquí”, textual.

En su desesperación por ganar dicen cualquier cosa y son capaces de pactar con el mismo demonio. Lo están demostrando con el acuerdo firmado entre la Revolución Ciudadana y la dirigencia de Pachakutik, ya que las bases no fueron consultadas. Tanto repudio y desconfianza se tienen entre sí, que Leonidas Iza ni siquiera asistió, enviando un mensaje por vía telemática amenazando que si no se cumplen sus exigencias se activarían las movilizaciones indígenas. Desairada, pero sonreída, Luisa González firmó la capitulación de la RC ante el autor de anteriores estallidos. Esta firma es el ignominioso testimonio público del chantaje impuesto por quien quiso destruir Quito, a la títere que quiere destruir el país. Un pacto entre la rana y el sapo.

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