La Constitución de Montecristi de 2008, en el Cap. Séptimo, artículos del 71 al 78 estableció los derechos de la naturaleza. El Art.71, textualmente dice: “La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza…El Estado incentivará a las personas naturales y jurídicas, y a los colectivos para que protejan la naturaleza, y promoverá el respeto a todos los elementos que forman un ecosistema”
Es evidente que los derechos de la naturaleza fueron violados durante los doce días oscuros de octubre que tuvieron como telón de fondo en todo el territorio patrio: incendios, pillaje, violencia, vandalismo, enfrentamientos, represión, gritos, golpes, llanto, muertos, heridos, encarcelados, desaparecidos, densas nubes de bombas lacrimógenas y explosiones, agresividad, odio, y resentimiento movido por ambiciones políticas más que por motivaciones cívicas y democráticas.
La Constitución, en lo que respecta a los derechos de la naturaleza, fue letra muerta por esos aciagos días. El pueblo ecuatoriano contempló desconcertado e impotente cómo en una suerte de orgía macabra, de minga desenfrenada, se tumbaban miles de árboles a lo largo y ancho del territorio nacional para cerrar las carreteras de los ejes viales como de las vías secundarias que unen poblaciones rurales. El ritual de destrucción sacudió el alma de la patria cuando la minga arrasadora acabó con el fuego de odio y violencia, el centenario y emblemático árbol del parque “El Arbolito”, de la Capital, principal escenario de concentración de los manifestantes.
Acaso el daño causado a la naturaleza durante la protesta del octubre negro sea más grave que la toma pozos petroleros, que el desabastecimiento del agua potable, que el asalto a fincas, que el incendio de la Contraloría, el cierre de vías y negocios y un largo etcétera de los días de vandalismo