XENOFOBIA

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El término xenofobia proviene del concepto griego compuesto por xénos (“extranjero”) y phóbos (“miedo”). La xenofobia, por lo tanto, hace referencia al odio, recelo, hostilidad y rechazo hacia los extranjeros.

¿Hay en Ecuador o en Riobamba, xenofobia contra los venezolanos? Aunque es doloroso aceptar, la respuesta es sí.

En los buses en los que ofertan dulces, en lugares de trabajo – restaurantes, tiendas de ventas de ropa o artículos varios – cuyos empleadores no pagan o lo hacen tarde y por menos de lo legal (el salario mínimo es de USD 386), cuando los dueños  de c asa presumen que los pagos mensuales no se harían efectivos, y hasta en el trato social por el color de la piel o su indumentaria. Pero, claro, estos hechos son excepcionales. No obstante, duelen.

Me pregunto ¿cuál es la razón para tales despropósitos?

Olvidamos nuestra cultura occidental cristiana, cuando es muy conocida la existencia de dos únicos mandamientos: amar a Dios y amar a nuestro prójimo; olvidamos que fueron ilustres venezolanos los que nos liberaron de la servidumbre de la colonia, me refiero a Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y miles de soldados venezolanos acompañados de sus “guarichas”; olvidamos que hay la historia de una sola  bandera  que  cubrió a los países de La Gran Colombia; olvidamos que genéticamente procedemos de la misma matriz biológica, cultural y hasta geográfica. El mismo pasillo, el mismo vals que cantan  y bailan los campesinos en sus ardientes  llanos  orientales, alternando con los  joropos bullangueros; también en las laderas de los andes venezolanos donde los eucaliptos se arrodillan al paso de los vientos de agosto, los mismos sones  se bailan en acontecimientos de todas las capas sociales, muchas veces usando el lique  lique almidonado, el sombrero” pelo e guamo” y las alpargatas. El vals y el joropo se deslizan como canciones de los ríos que se acuestan lánguidos en el remanso del Orinoco y Amazonas y que mueren abrazados en el Atlántico.  El maíz y la yuca unen con el aromo de su regazo a los pueblos andinos: arepas, humitas, sancochos, tortillas, canguil, o licor como la chicha. El Ruiseñor de América, con sus pasillos, penetró hondo en la conciencia de las masas morenas casi en toda la geografía venezolana.

Por último, olvidamos  que los hermanos venezolanos son desplazados por el hambre y la opresión. No sabemos a ciencia cierta, pero dadas las circunstancias  que atravesamos, la corrupción que nos quitó la alegría de vivir en este hermoso país y el mismo modelo socialista del siglo XXI que el presidente declara,  podemos intuir que, como los hermanos venezolanos, tendremos que emigrar.

Si esto no sucede, recibamos a los venezolanos con amor cristiano. Hoy por ti, mañana por mí.

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