Pocas veces se habla de lo que ocurre puertas adentro en el arbitraje ecuatoriano, la precariedad laboral que enfrentan quienes imparten justicia en el campeonato nacional.

Augusto Aragón, árbitro ecuatoriano con credencial FIFA, expuso una realidad que incomoda a la LigaPro, el juez reveló que él y sus colegas atraviesan un atraso salarial que, en algunos casos, llega a seis o siete meses. “No estamos al día, es la verdad”, confesó, este es un problema que cuestiona directamente la gestión del organismo presidido por Miguel Ángel Loor, quien días anteriores respondió en un posteó “yo no manejo el arbitraje”.
Las palabras de Aragón dibujan un panorama distante de la percepción que tiene buena parte de la afición. “Muchos se quejan porque dicen que ganamos mucho”, apuntó, antes de aclarar que la realidad es menos glamorosa.
Los gastos en alimentación, preparación física, indumentaria y traslados corren por cuenta de los propios árbitros. Sin ingresos regulares, el oficio se vuelve insostenible. Pese a la falta de pagos, Aragón destacó el profesionalismo de sus compañeros.
“Tratamos de poner el 100% en cada partido, ser profesionales y aguantar las críticas”, aseguró, consciente de que cada error, por mínimo que sea, se amplifica en un contexto donde la confianza en el arbitraje ya está erosionada.
La LigaPro ha atravesado un 2025 de cuestionamientos a su estructura y a su dirigencia, desde la polémica con el futbolista Jonathan Borja hasta las recurrentes críticas sobre la calidad de los arbitrajes. Que ahora se conozca la existencia de deudas tan prolongadas añade un nuevo capítulo a la crisis del torneo.