Recuperar lo robado
Mario Jaramillo Paredes (El Mercurio-Cuenca)
Hay un clamor creciente para que se recuperen los dineros robados a través de la corrupción. Para citar unos pocos ejemplos, el ex Contralor Polit, debe pagar -según sentencia y como reparación al estado ecuatoriano- cuarenta millones cuatrocientos mil dólares. El “único problema” es que no pueden cobrarle porque está fugado del país y sus bienes declarados aquí son solamente de ciento setenta mil dólares, de los cuales posiblemente la mitad le corresponden a su esposa dentro de la sociedad conyugal. En cambio, en los Estados Unidos, donde las leyes contra la corrupción sí funcionan, estuvo preso y debió pagar catorce millones de dólares que, era lo “único” que tenía. En el caso Petrochina el perjuicio gira en torno a mil doscientos millones de barriles de petróleo, por los cuales se cobró como coimas y comisiones alrededor de cuatro dólares por barril. Le robaron al país cinco mil millones de dólares. Sí. Cinco mil millones. Los culpables dicen que ellos tampoco tienen dinero para resarcir lo robado al pueblo ecuatoriano. De acuerdo a nuestras leyes tienen dos alternativas: declararse insolventes o entregar los poquísimos bienes que pusieron a su nombre. En ambos casos el país no podrá recuperar nada. Son dos casos. Pero hay innumerables más. La gente conoce los nombres de docenas de funcionarios pobres ayer y millonarios hoy. Se llevaron dinero, incluso en la compra de grilletes, destinados para otros ladrones. Hoy tienen edificios, carros caros, propiedades dentro y fuera del país. Una última fotografía de esos pillos disfrutando en una piscina en Miami es elocuente. Hay un clamor que se escucha cada vez con más fuerza, pidiendo que se les cobre lo robado. Sin embargo, ha sido hasta ahora imposible. Con la Asamblea -algunos de sus miembros buscan encubrir a los culpables- no se crearán leyes idóneas. Los pillos seguirán ellos y sus compinches viviendo cómodamente, aquí unos y, otros en las playas del Imperio al que en sus discursos atacaban y decían odiar.