Seguimos expuestos
Por: Daniel Soto
El anuncio de paro nacional nos desconcertó a muchos, no se entendía la razón del paro y no lo digo porque sus peticiones fueran absurdas, sino porque se supone que antes debió agotarse la vía diplomática… porque se agotó la vida diplomática, ¿verdad?
De las revueltas del 2019 a las que también llamaron paro indígena, aparentemente no aprendimos nada, porque casi las volvemos a ver en el 2021 y sin mediar advertencia las volvimos a vivir en igual medida de violencia en el 2022. ¿Era previsible y evitable? totalmente.
Nuestro país es rico en muchas cosas, pero en lo que más ricos somos es en diferencias socio – culturales. No se debe dar el mismo tratamiento político a las nacionalidades indígenas que a los ciudadanos de la urbe. Y no, no es cuestión de educación, es cuestión de cultura, por eso es necesario mantener las relaciones políticas con ellos, siendo más constante y proactivo que con los demás.
Lo sucedido en estos 18 días es el más claro ejemplo de ello: a su criterio, los indígenas salieron a protestar; aunque según un citadino como yo, llegaron a las ciudades tras una declaración de guerra en contra del que no es indígena.
Atender estas diferencias requerirán menos esfuerzo del Estado en algún futuro, cuando alguien tenga la empatía suficiente como para encontrar el origen. A partir de ahí, se deberá destinar recursos y paciencia, porque los resultados se verán a largo plazo. Mientras no se trabaje en ello, nada cambiará.
En esta ocasión se superó el problema con un parche que tomó la figura de acta, será cuestión de tiempo antes de que el parche ceda y volvamos al terror. Nos mantenemos en peligro constante mientras no se identifique claramente cómo evitar tanta violencia. Así mismo las comunidades indígenas se mantienen en peligro si no encuentran la forma de ser escuchados sin tener que “paralizarse”.
Parece que se desconoce que la causa de la guerra fue el olvido, la lejanía, la falta de diálogo constante. Posiblemente esa sea la razón por la que el acuerdo no incorporó un detalle del proceder político para la resolución de conflictos.
El desconocer el origen y un acuerdo que no fija un procedimiento pacífico para discrepancias futuras, nos expone nos expone a todos. Si en 90 días no se resuelven los puntos pendientes, nos tendremos que preparar para recibir el paro (léase guerra) nuevamente.
Fuente: El Telégrafo