PROBLEMA
Desde el 23 de agosto hasta el 18 de septiembre de 2024, Ecuador ha registrado un alarmante total de 1.337 incendios forestales en 21 provincias del país, afectando 23.453 hectáreas de cobertura vegetal. Estos incendios superan en 284 a los ocurridos durante el mismo periodo en 2023, lo que refleja la gravedad de la situación provocada por la actual crisis del agua.
El déficit de lluvias, que ha impactado severamente al país, se refleja en cifras preocupantes: en la región Costa, las precipitaciones han estado entre un 20% y un 80% por debajo de lo normal, mientras que en la Sierra el déficit ha alcanzado hasta un 90%.
La Amazonía tampoco ha escapado de la sequía, con una reducción de lluvias del 20% al 60%. Esta escasez de agua ha propiciado un entorno ideal para la proliferación de incendios forestales, afectando no solo el ecosistema sino también la disponibilidad de recursos hídricos.
Ante este escenario crítico, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) ha desplegado una serie de acciones para mitigar los incendios. Actualmente, se reportan 12 incendios activos y 4 controlados.
Además, se han activado dos Comités de Operaciones de Emergencia (COE) provinciales en Cotopaxi y Loja, y 13 COE cantonales en diversas localidades del país, entre ellas Alausí, Mejía, Rumiñahui, Quito, Catamayo y Sigchos, las cuales han sido gravemente afectadas.
En respuesta, el Gobierno ha liderado más de 55 intervenciones aéreas, descargando más de 949.000 litros de agua para extinguir los incendios en las zonas críticas.
Asimismo, se han activado 10 Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF), que trabajan arduamente en las regiones más afectadas, como Sigchos en Cotopaxi y Quilanga en Loja.
Las condiciones climáticas adversas, con temperaturas que oscilan entre 16°C y 33°C, sumadas a la sequía prolongada, han dificultado los esfuerzos de control, particularmente en áreas montañosas de difícil acceso.
Pese a los desafíos, el Gobierno ha reafirmado su compromiso de continuar desplegando todos los recursos necesarios para controlar y extinguir los incendios restantes, en un esfuerzo coordinado entre las autoridades y los equipos especializados.