Descubre Daldal: Naturaleza y pesca de truchas en Riobamba

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TURISMO.

En las profundidades de la parroquia Licto, dentro del cantón Riobamba en Chimborazo, se encuentra la comunidad de Daldal, un destino que ofrece una experiencia única de conexión con la naturaleza y la oportunidad de pescar truchas frescas mientras se exploran sus paisajes pintorescos.

Varias familias han visto en el turismo comunitario una fuente de desarrollo.

A solo 40 minutos de la capital provincial, este enclave ha florecido gracias a la ingeniosa combinación de su historia local y sus abundantes recursos naturales. Los habitantes de Daldal, principalmente dedicados a la agricultura y la ganadería, han encontrado nuevas fuentes de sustento aprovechando los numerosos ríos y lagunas que se originan en los páramos circundantes, lo que ha dado lugar al desarrollo de la piscicultura en la zona.

Uno de los pioneros en esta empresa es Washington Aisalla, un residente local que desde 2004 ha estado capturando truchas en el río Daldal. Al regresar a su tierra natal con su joven familia, Aisalla decidió construir piscinas para criar truchas, y con el tiempo observó asombrado cómo algunas alcanzaban hasta un metro de longitud. Esta peculiaridad atrajo la atención de visitantes curiosos, lo que llevó a Aisalla a expandir y mejorar los senderos que conducen a las piscinas, con la esperanza de atraer a más personas para admirar la asombrosa diversidad de fauna y flora de la región. Deysi Aisalla, hija de Washington, ahora colabora con su familia como guía turística, compartiendo conocimientos sobre la flora nativa y la vida silvestre que habita en el área. “Este árbol es un quishuar, y este otro se llama pumamaki, debido a su semejanza con una garra de puma. El polvo de sus hojas se utiliza como cicatrizante”, explica Deysi mientras conduce a los visitantes por senderos llenos de árboles gigantes, flores silvestres y una abundancia de frutas del bosque.

Una vez que los excursionistas llegan a las piscinas, son recibidos por las impresionantes truchas que habitan en ellas. “La más grande que tuvimos medía un metro y pesaba 25 kilos, y fue comprada por un turista japonés”, relata Deysi.

Fuente: Diario Extra

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