Hoy es 1º de Mayo, Día del Trabajo y, como todos los años, se trae a la memoria a los sindicalistas conocidos como los “Mártires de Chicago”, ejecutados por su participación en la lucha por la jornada laboral de ocho horas diarias, en una huelga que se inició en Chicago el 1 de mayo de 1886.
Hoy, los trabajadores ecuatorianos no salen a las calles como todos los años en la marcha unitaria de sindicatos y asociaciones y otros sectores de la ciudadanía. Esta celebración, como un hecho político, posiblemente se habría dado con un tono fuerte de reclamo ante la realidad que vive el país.
Hoy, las calles de la patria, escenario de luchas políticas y sociales, no tendrán la presencia de la fuerza laboral en su accionar dialéctico por sus reivindicaciones, aspiraciones y derechos. Hoy, esas calles y avenidas están ocupadas por la soledad y abandono que ha impuesto a nivel mundial el microscópico coronavirus. que tiene de rodillas al planeta, que tiene temblorosos y estremecidos de impotencia, de incapacidad de encontrar soluciones rápidas a gobernantes y científicos para frenar el avance incontrolable de este, hasta ahora, mal sin remedio. Y en el Día del Trabajo, este azote nos encuentra a los ecuatorianos sin trabajo, débiles, entre perezosos y angustiados, metidos en un laberinto del que no sabemos cómo ni cuándo saldremos.
El 1º de Mayo, más allá de las circunstancias actuales, debería ser el día en que la fuerza laboral se una, se cohesione, cerrando espacios a los intereses partidistas, porque el momento en que la política incursiona en territorios sindicalistas y laborales, los ideales de la clase trabajadora se van, pueden irse al tacho de la basura histórica, porque a la hora de la verdad, más pueden las pasiones y los intereses de las facciones partidistas que la dignidad y la unidad de la clase trabajadora.
¡Loor al sector laboral, de manera especialísima a los trabajadores de la salud que, en estos momentos cruciales, se encuentran en la vanguardia de la lucha por la salud poblacional!
