Las Naciones Unidas estableció el 9 de Diciembre como Día Internacional contra la Corrupción, para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que tienen por fin erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos. En este contexto, la lucha contra la corrupción es fundamental, porque este fenómeno social, político y económico afecta a todos los países.
Según el informe anual de Transparencia Internacional, América hispanohablante está entre los campeones de la corrupción. Y en esta danza macabra de dólares mal habidos que conmueve la conciencia continental están involucrados gobiernos de todas las tendencias. Si tomamos en cuenta que el IPC (Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), presentado en el 2023 por Transparencia Internacional clasifica a 180 países y territorios según las percepciones con respecto al nivel de corrupción en el sector público, empleando una escala de cero (muy corrupto) a 100 (muy baja corrupción), el ranking del deshonor en Latinoamérica, lo preside Venezuela con puntuación 13, el país más corrupto, seguido de Nicaragua y Honduras. En contraste, Dinamarca (90/100 puntos ) encabeza el índice por sexto año consecutivo.
La corrupción, según las Naciones Unidas, “socava las instituciones democráticas al distorsionar los procesos electorales, pervertir el imperio de la ley y crear atolladeros burocráticos, cuya única razón de ser es la de solicitar sobornos; pero además, lleva a violaciones de los derechos humanos, distorsiona los mercados, erosiona la calidad de vida y permite que prosperen el crimen organizado, el terrorismo y otras amenazas a la seguridad humana”.
Por su parte, el Presidente de Transparencia Internacional, en enero de este año, señaló al respecto: “La corrupción seguirá ganando terreno hasta que los sistemas de justicia puedan castigar los actos indebidos e imponer controles a los gobiernos. Cuando la justicia es algo que se puede comprar o interferir políticamente, quienes sufren son las personas. Los líderes deben comprometerse de manera plena con fortalecer y garantizar la independencia de las instituciones que aplican la ley y enfrentan la corrupción. Es momento de terminar con la impunidad de la corrupción”.
No hay que olvidar que la corrupción va más allá del saqueo de los fondos del Estado por parte de ciertos administradores públicos; incluye una serie de sinvergüencerías: sobornos, coimas, malversación de fondos públicos, sobreprecios, fraude electoral, tráfico de influencias, sentencias parcializadas de jueces, concursos amañados, y hasta el silencio cómplice y otras maravilla