En días pasados se recordó el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial. Con este motivo el Secretario General de las Naciones Unidas en su mensaje al mundo nos recordó que este día” nos brinda a todos la ocasión de reiterar nuestra promesa de poner fin al racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, el antisemitismo y el odio contra los musulmanes. Es un veneno que recientemente ha provocado una nueva tragedia: la masacre perpetrada en dos mezquitas de Nueva Zelandia… Aprovechemos el día de hoy para decidirnos a combatir el racismo y la discriminación dondequiera que ocurran, reflexionando sobre lo que podemos hacer para fomentar la no discriminación en todos los países y a todos los niveles. Somos seres humanos y eso nos une. Somos todos iguales y todos deberíamos procurar el bienestar ajeno”. Y nos invita a “manifestar nuestra oposición y rechazo a las personalidades de la política que aprovechan las diferencias con fines electorales”.
El Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial nos recuerda nuestra responsabilidad colectiva de promover y proteger los ideales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo primer artículo afirma que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos».
En la teoría y en la práctica, ¿cuál es la realidad ecuatoriana sobre este tema? Por supuesto que la Constitución del 2008 reconoce la igualdad de todas las personas y afirma que “nadie podrá ser discriminado por razones de etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad de género, identidad cultural”, etc. Y la ley puede sancionar toda norma de discriminación. Esa es la doctrina sobre este tema.¿Cuál es la realidad? ¿Se puede afirmar que en el Ecuador no hay discriminación racial? ¿La diversidad étnica tiene un clima de convivencia pacífica, de respeto mutuo? Sinceramente, creemos que hay mucho que trabajar sobre el tema desde la ciudadanía y el Estado.