EDITORIAL
Según resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1993, hoy es el Día Mundial de la Libertad de Prensa; así lo recomendó la Conferencia General de la Unesco como una oportunidad para evaluar la situación de la libertad de prensa en el mundo, para defender a los medios de comunicación de los atentados contra su independencia.
En el tema comunicacional, a nivel planetario, muchos miles de hombres y mujeres se involucran, sea como profesionales en los medios televisivos, radiales, de audio, video e impresos, sea como empresarios, creadores, articulistas y otras formas de desarrollar esta tarea de importantes repercusiones en la sociedad.
Lamentablemente, muchos gobiernos totalitarios, a lo largo de la historia, desde la invención de la imprenta a mediados del SXV, han coartado ese derecho y han puesto trabas para el libre ejercicio comunicacional al servicio de la colectividad. Hoy mismo, la libertad de prensa está bajo amenaza en muchos lugares del mundo como Nicaragua, Cuba, Venezuela, Rusia, Corea del Norte donde los periodistas son detenidos, torturados e incluso asesinados simplemente por hacer su trabajo. En nuestro país, durante el régimen correísta, se trató de ejercer un control, lindante con el abuso, de los medios de comunicación social a través de la Ley orgánica de comunicación, que se puso en vigencia desde enero de 2014.
En democracia, el pueblo puede expresar libremente sus puntos de vista, sus opiniones sin miedo, llevar sus preocupaciones a los gobernantes a través de los medios; así los gobernantes las conocen y toman decisiones para solucionarlas. Entonces, la libertad de expresión y la libertad de información son necesarias para el progreso económico y social, que debe llevar adelante un Estado administrado por líderes democráticos, honestos y competentes.
La comunidad internacional ha considerado que la libertad de expresión y la libertad de información son de los más importantes derechos humanos, esenciales para que otros derechos humanos puedan ser realizados.
