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martes, marzo 25, 2025

Dos realidades ininteligibles entre sí 

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El Ecuador, como de costumbre, está fragmentado en dos. Por un lado, la Costa, fiel a su tradición proclive a los proyectos populistas. junto a Imbabura y a dos provincias amazónicas, se han inclinado por la Revolución Ciudadana, Por otro lado, el resto de la Sierra y la Amazonía, así como las Galápagos y las circunscripciones del exterior, han elegido al candidato oficialista, esgrimiendo una fuerte convicción anticorreísta. En este escenario, es fundamental intentar entender el porqué de esta disposición política, lejos de los patéticos intentos estigmatizadores que solo azuzan el regionalismo de nuestro país.

En el caso de las provincias litorales, cabe rescatar, fundamentalmente, que estas son las que sufren el embate de la violencia con mayor intensidad. Es una falacia afirmar que en la Costa hay millones de “narcos” y de que sus habitantes se vieron forzados a elegir a Luisa González por presiones de grupos delictivos. Al parecer, la cruda realidad es que el voto costeño se cimentó en un rechazo al fracaso del gobierno nacional en el combate a la criminalidad. Asimismo, cabe mencionar que la Costa, históricamente, ha sido susceptible a favorecer candidaturas populistas como la de la Revolución Ciudadana, factor de índole cultural que puede apreciarse, por ejemplo, al examinar las elecciones de líderes como Velasco Ibarra o Abdalá Bucaram.

En el caso de la región interandina, la adhesión al proyecto de ADN puede comprenderse, en esencia, como un rechazo al correísmo, particularmente a los escándalos en los que se ha visto inmerso, y, además, como un endoso a la continuidad de la presidencia de Noboa. Por otra parte, el rol de autoridades locales también pudo ser importante en el sufragio serrano. Las administraciones seccionales más importantes de la Revolución Ciudadana, como la del alcalde Pabel Muñoz y la de la prefecta Paola Pabón, no reflejan altos índices de popularidad, algo que pudo haber jugado en detrimento de Luisa González.

De cualquier manera, el Ecuador vive dos realidades ininteligibles entre sí, que, lejos de buscar entenderse, se refugian en las acusaciones vagas y las suposiciones. Los efectos de estos relatos, desde luego, serán determinantes de cara al balotaje. Cabe una reflexión que va más allá de lo electoral: un país atravesado por la desunión está condenado al accionar político disperso y, en consecuencia, al subdesarrollo como nación.   

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