El diálogo fue la mejor salida
El paro indígena de 2019 duró 12 días, el del 2022, largos e impredecibles 18 días. Hasta que por fin, el diálogo fue la mejor salida para poner fin a quienes, tras bastidores, actuaron con el soporte de dólares de la corrupción, infiltrados para causar la suspensión de educación de millones de niños y adolescentes, para sembrar el caos y el miedo; para suspender servicios básico; para secuestrar y asesinar militares; para incendiar automotores públicos y privados; para saquear almacenes, para cerrar vías y caminos y paralizar servicio de transporte; para paralizar micro, medianas y grandes empresas; para elevar los precios de primera necesidad; para causar daños físicos y psicológicos; en fin, crear escenarios de violencia, destrucción y vandalismo nunca antes vistos.
Pero más allá de la legitimidad de la protesta y sus estrategias, de sus logros y debilidades, de la penetración del vandalismo político, que pone el brazo de la destrucción y el odio desestabilizador, nos deja la convicción que la única receta para la erradicación de la pobreza es el trabajo cotidiano, el esfuerzo sostenido a partir de una educación nacional con altos estándares de calidad. Pero más allá de la batalla campal de estos 18 días, donde todos salimos perdedores, está el destino nacional de iniciar sin tregua la guerra total contra la pobreza y la corrupción y todas sus devastadoras secuelas.
Luego de los azarosos 18 días de conmoción social y protesta en el país, el pueblo ecuatoriano espera fervientemente que el diálogo oportuno y constructivo, dentro de las normas que posibilitan una sana convivencia social, siempre sea la mejor salida para solución de los conflictos, para el fortalecimiento de la cultura de paz, de trabajo, solidaridad, disciplina, justicia como marco democrático para generar el bienestar nacional.