Estamos aprendiendo a vivir y convivir con…

Sí, al parecer, la sociedad ecuatoriana, indios, blancos, mestizos, negros, mulatos, monos, serranos, orientales, insulares, todos, del Carchi al Macará del Oriente a Galápagos, 17 millones de habitantes de una geografía de ensueño, estamos aprendiendo a vivir entre la indiferencia y la resignación, el silencio y conformismo en el marco de un conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación.

Estamos aprendiendo a vivir con la violencia, el vandalismo, la destrucción, la barbarie y los muertos a la vera del camino y en las calles, donde se amasa irracionalidad, odio racial, daños, destrozos de alimentos, vehículos, tumultos, atropellos, alborotos, saqueos, emboscadas, bombazos, bala, linchamientos…

Estamos aprendiendo a vivir y convivir con sabotajes, atentados, paralización de pozos petroleros, servicios básicos bloqueados, atentados e incendios de cuarteles y patrulleros de la Policía, bloqueos y destrucción de las vías, agua potable de consumo humano contaminada criminalmente, destrucción de recolectores de basura…

Estamos aprendiendo a vivir y convivir con una clase política que, en cada proceso eleccionario, se viste de moda y se engalana con el lenguaje más burdo y demagógico de ocasión para luego caer en la más vergonzante corrupción, con frecuencia aliada con los capos de la droga y el sicariato…

Estamos aprendiendo a convivir con un 50 % de campesinado en la pobreza más extrema, con una niñez y juventud a la que se imparte una educación a la que le importa más el saber descontextualizado, memorístico que el aprender a aprender, a pensar, a sentir, a convivir, a comunicarse, a crear, a criticar desde la razón y la objetividad.

Estamos a aprendiendo a vivir y convivir sin diálogo… a vivir y convivir con…  ¿Hasta cuándo?