EDITORIAL
Según lo anunciado por el Gobierno, hoy a partir de las diez de la noche, habrá un apagón nacional hasta las cinco de la mañana del jueves. como parte de un mantenimiento programado en el sistema de transmisión y redes de distribución eléctrica.
De forma paralela se declara toque de queda con despliegue de policías y militares para garantizar la seguridad ciudadana. De hecho, la delincuencia, frotándose las manos, verá en esta insólita circunstancia, una coyuntura ideal para su accionar entre las sombras.
Cualquiera que sea el motivo del apagón nacional, desde problemas de infraestructura, fallas en las redes de transmisión y distribución de electricidad, daños en las líneas de alta tensión, estaciones de transformación o generadores u otras de carácter técnico, el hecho es que el pueblo, lo usuarios del sistema pagarán las consecuencias de una irresponsabilidad frente a un mantenimiento que no se lo programado oportunamente desde años atrás.
Los perjudicados, los damnificados, las víctimas de este episodio de las tinieblas se hallan en el sector comercial de pequeños o grandes negocios, en el sector de la pequeña industria, en el sector artesanal, en el sector de la salud, inclusive en el sector educativo, particularmente los colegios nocturnos que deben salir dos horas antes de que se inicie el apagón.
En definitiva, todas las familias ecuatorianas sufrirán las consecuencias, con posibles afectaciones sicológicas incluidas, porque deben recluirse en sus hogares a fin de disminuir los riesgos potenciados por las sombras de la noche.
Frente a una realidad nocturna y obscura que, por ausencia total de luz eléctrica, puede tornarse exponencialmente insegura, tenebrosa, lóbrega, siniestra, por el acecho del crimen, cualquier medida para la seguridad y para reducir el impacto material, emocional y psicológico debe ser tomada en cuenta, sin olvidar que, seguramente, no habrá comunicación digital, ni funcionarán las alarmas y otros recursos tecnológicos dependientes del fluido eléctrico. Tampoco hay que olvidar que el toque de queda en estas circunstancias, es una buena dosis de tranquilidad ciudadana.