En una entrevista con Carlos Vera apareció el presidente Guillermo Lasso para hacer varios anuncios y tratar de aclarar cuestionamientos que giran en torno a la actividad del jefe de Estado y a su pasado como empresario.
El diálogo tenía como aditamento la noticia reciente de dos encuestadoras, que daban cuenta de un descenso en la popularidad y aceptación de los ecuatorianos sobre la gestión del Presidente.
Pero la tertulia no fue lo que se esperaba, salvo el anuncio de que el Ejecutivo enviará nuevamente a la Asamblea Nacional el proyecto de ley de creación de oportunidades, pero en dos partes, para evitar el rechazo del Legislativo, por aspectos de inconstitucionalidad.
Lejos de eso, los anuncios del Presidente y la respuesta a los cuestionamientos, como del caso Pandora Papers, se resumieron en afirmar que la culpa ha sido y siempre será del expresidente Rafael Correa, además de Jaime Nebot y Leonidas Iza. No importa lo que pase, lo que suceda, él jamás tendrá nada que ver con una imagen internacional golpeada por ser vinculado en paraísos fiscales, por un país asolado por la inseguridad y la violencia en las cárceles, por tener hospitales desmantelados y porque aún no se ven los empleos ofrecidos.
Todo eso ha carcomido la imagen presidencial, a lo que se suma una débil estructura política nacional y en las provinciales, en donde parece que los cargos púbicos se debaten inconscientemente entre arañazos. Es suficiente con ver lo que pasa en Chimborazo.
Deberá mejorar mucho el discurso de Guillermo Lasso –siendo un tema secundario– y su gestión gubernamental. Posiblemente, a estas “alturas”, ya ni la muerte cruzada ni una consulta política sean negocio para las metas de su gobierno.
