“Si todo sucede 20 segundos más tarde quizá ahora tendríamos la ‘pole”, asegura el asturiano tras el problema sufrido en la Q3, que le hizo chocar contra el muro.
Desde aquel lejano GP de Alemania 2012, el bicampeón mundial sólo se había acercado a los puestos de privilegio en el GP de Qatar 2021, con una tercera posición en la parrilla que más tarde supo conservar ante el empuje de Sergio Pérez. Ese 21 de noviembre fue la fecha de su primer podio al volante del Alpine, un coche sin la velocidad de los mejores, pero resistente a las averías.
Menos de cicno meses después, la situación del asturiano se antoja muy distinta. Sus primeras palabras ante la prensa reflejaban de manera inequívoca la desilusión de Alonso. “Es bastante frustrante sufrir otro problema en el coche, pero a ver si esta racha se acaba. Es increíble la mala suerte que tuvimos.
Si todo sucede 20 segundos más tarde quizá ahora tendríamos la pole”, adelantó Fernando, en referencia a los contratiempos sufridos desde la pretemporada en Barcelona y los posteriores cambios de motor, que le obligaron a partir con una unidad de potencia nueva en el GP de Bahrein y el GP de Arabia Saudí. La avería en Jeddah forzó su abandono cuando rodaba en sexta posición.
Tras el pertinente examen de las piezas en la fábrica de Viry, los ingenieros tuvieron claro que ya no podrían reutilizar el motor Renault. Y ese severo paso atrás puede repetirse ahora en Melbourne. “Tenemos que ver si también hay que cambiar algo en el coche, si tendremos o no alguna penalización, aunque ahora eso me da igual”, admitió Alonso. Según su primer diagnóstico, se trató de un “problema hidráulico”, la misma razón esgrimida por Alpine durante los test en Montmeló.
La explicación a la que los equipos suelen aferrarse para no ofrecer pistas de sus problemas a la competencia. “No tenía el cambio de marchas, tampoco la dirección asistida. En esa curva se apagó todo”, refirió el asturiano, sin ofrecer detalles sobre lo sucedido en su motor, que dejó de rugir de forma repentina.