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jueves, mayo 15, 2025

Estrategia política: declararse perseguidos

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EDITORIAL

Cuando en el escenario de la política nacional, las instancias del poder público denuncia hechos de corrupción por parte de ciertos políticos, generalmente la inmediata respuesta es que son víctimas de la persecución política. Si los medios de comunicación, luego de una investigación seria, profesional, dan a conocer evidencias de actos reñidos con la moral pública por parte de esos mismos funcionarios, la respuesta también va por la línea de persecución mediática de la prensa corrupta.

¿Se puede hablar de persecución política o mediática en los innumerables hallazgos de supuestos delitos de delincuencia organizada por la penetración de grupos narcodelictivos y la política en la justicia que siguen escandalizando al país como resultado de las investigaciones llevadas adelante de manera valiente e incorruptible por la fiscal Diana Salazar en los casos Metástasis, Purga y otros? 

La estrategia de algunos políticos corruptos de declararse perseguidos políticos cuando se enfrentan a denuncias por sus acciones indebidas es deshonesta y manipuladora. Utilizar esta estrategia no solo busca evadir la responsabilidad por sus actos, sino que también intenta ganar simpatía y desviar la atención del verdadero problema: la corrupción. Es una afrenta a la integridad y al sistema democrático, pues socava la confianza de la ciudadanía en las instituciones y en el ejercicio del poder político. En lugar de enfrentar las consecuencias de sus acciones, estos políticos buscan eludir la justicia y perpetuar un ciclo de impunidad. 

Esta estrategia no solo es cínica, sino que también deshonra a aquellos verdaderamente perseguidos por sus creencias políticas legítimas. Los verdaderos perseguidos políticos son aquellos que luchan por la justicia y la democracia, no aquellos que buscan enriquecerse a costa del pueblo que dicen representar. Es crucial que la sociedad no caiga en la trampa de legitimar estas afirmaciones falsas y exija rendición de cuentas y transparencia en el ejercicio del poder.

Todos ellos, según afirmación de un comentarista político, con el mayor desparpajo y sin rubor alguno, contribuyeron,  primero para endiosar a su líder como al becerro de oro y luego, para fortalecer la “institucionalidad criminal” diseñada para el ocultamiento de delitos y su consecuente impunidad…”Ahora se proclaman perseguidos políticos y procuran reorganizarse inspirados en el cinismo sin par de su antiguo jefe, presentándose como víctimas inocentes, mientras las tenazas de la justicia y del desprecio popular les van cercando”.

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