Editorial
Guayaquil celebra sus 489 años de fundación y sus fiestas que comenzaron el pasado 1 de julio ha ofrecido espectaculares momentos de disfrute ciudadano llenos de actividades como ferias artesanales, talleres de arte, conciertos de la Orquesta Filarmónica Municipal de Guayaquil, desfiles, música y mucha cultura guayaquileña.
En su transitar por la historia, los guayaquileños han estado íntimamente ligados a los destinos patrios. Amantes de la libertad, el trabajo y el progreso, nunca sucumbieron a los incendios, a los piratas y bucaneros, a las pestes. Menos están dispuestos a sucumbir, ahora, a la amenaza de la droga que ronda la juventud, al sicariato y a la delincuencia que se pasea tenebrosamente por calles, plazas, avenidas, parques, ciudadelas.
Aquí, lo telúrico ha marcado la identidad huancavilca con el sello de la alegría y la cordialidad, del buen humor y la conversación en voz alta, de personas abiertas, extrovertidas, generosas, con las manos abiertas y extendidas, dispuestas compartir emprendimientos, espacios y esperanzas con los que llegan. Noveleros frente a los cambios que impone la vida, creativos para el arte y los negocios, en esta urbe se compra y se vende de todo en la oferta del amanecer a la noche.
Guayaquil es la ciudad crisol donde conviven 3 millones de ecuatorianos entre la opulencia y la pobreza; es la gran urbe de ayer, hoy y siempre; de “las risueñas playas que manso lame el caudaloso Guayas”; de la de la torre Morisca, del Malecón Simón Bolívar, del estero Salado, del Cerro del Carmen y Puerto Santana, del Barrio Las Peñas, del bulevar 9 de Octubre, de museos y parques, del puente de la Unidad Nacional, de la Junta de Beneficencia, de la Bahía, del Palacio de Cristal, de la leyenda de Guayas y Quil, de Vicente Rocafuerte y Julio Jaramillo, de José Joaquín del Olmedo y José de la Cuadra, del Barcelona y Emelec y de muchos etcéteras que incluyen signos de una fe que camina en procesiones multitudinarias del Divino Niño, del Cristo del Consuelo y de otros peregrinajes que les convoca su sentida religiosidad. La Perla del Pacífico en sus fiestas julianas, ha disfrutado de una variada agenda festiva por un aniversario más de su fundación, pese a que está llevando a cuestas la preocupación por el crimen organizado, la inseguridad y otros males, incluida la pugna entre la Alcaldía y el Ejecutivo con altos decibeles políticos.