Historia de la desaparición de la custodia de Riobamba

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Una noche de octubre del 2007, mientras el país entero contemplaba absorto un frívolo espectáculo deportivo, delincuentes organizados en peligrosa banda, ingresan sin dificultad al Museo de Arte Religioso del Convento de la Concepción de Riobamba y se sustraen la reliquia más valiosa y venerada de los riobambeños: la Custodia.

Según el cronista e investigador riobambeño Edwin Chávez Medina,  indicó que  los nobles ciudadanos riobambeños contribuyeron para la confección de tan magna obra. Todos se unieron solidarios para su cumplimiento y empezó a llegar pródigamente el oro, la plata y las piedras preciosas. Las damas riobambeñas se desprendieron generosamente de sus más valiosas joyas para contribuir a la obra y los varones comprometieron sus caudales para la santa causa. Un acaudalado riobambeño Don Bruno Urquizo y Zabala, dispuso 18.000 pesos para la elaboración del ostensorio. Pero no solo la nobleza contribuyó en esta acción, gente común, plebeyos, ricos y pobres aportaron en la medida de sus posibilidades para la realización de la grandiosa ofrenda.

No se conoce exactamente quién fue el artífice de la portentosa reliquia, la teoría más aceptada es que fue elaborada por manos mestizas e indígenas a la orden del maestro platero Mariano Reyes. El resultado de tan arduo y delicado trabajo resultó en la más deslumbrante obra de arte sacro jamás vista en esta parte del mundo. La Custodia de Riobamba era una soberbia muestra del barroco mestizo, un magnífico ejemplo de sincretismo religioso, en donde se combinaban armoniosamente símbolos indígenas y cristianos.

Con una altura de un metro y un peso total de 80 libras, la reliquia elaborada en oro y plata macizos, tenía incrustadas 1.102 esmeraldas, 664 diamantes, 367 rubíes, 274 perlas y 17 topacios.

La sagrada prenda permanecía celosamente guardada en la Iglesia Matriz de la villa y era exhibida al pueblo únicamente en las más importantes procesiones religiosas como Semana Santa y Corpus Cristi. Para esto, los piadosos riobambeños habían construido una especie de carro triunfal hecho con plata pura cuyo peso era de 18 quintales, tal es así que tenía que ser halado por una docena de personas. (16)

 

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