15.1 C
Riobamba, EC
lunes, febrero 17, 2025

La “Hoguera bárbara”  

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email

El 28 de este mes, nuestra historia registra el nefasto episodio político de la “hoguera bárbara” cuando en 1912, Eloy Alfaro, junto a otras figuras revolucionarias, fueron sacrificados por las más abyectas pasiones políticas, Con el Viejo Luchador se incineraron los ideales de la Revolución Alfarista y las reivindicaciones sociales y populares por las que luchó sin claudicaciones, con tesón junto a sus Montoneros. 

El general Eloy Alfaro Delgado incursionó en la historia patria con la transformación liberal que determinó grandes cambios sociales, económicos y políticos para lo que contó con el apoyo de grupos rebeldes campesinos, conocidos como Montoneros, de Manabí, Esmeraldas, Los Ríos y Guayas. 

A despecho de sus opositores políticos y de ciertos sectores de  jerarquía eclesiástica  de la época,  el liberalismo del Viejo Luchador consolidó en nuestra patria, los principios de libertad, igualdad y confraternidad preconizados por la Revolución Francesa; se puso en marcha la educación pública laica gratuita y obligatoria; se crearon los normales; se estableció la separación definitiva  del Estado y la Iglesia; se abrieron espacios para la participación de la mujer en la vida pública; se construyó el ferrocarril que unió la Sierra con la Costa; se establecieron relaciones diplomáticas con muchos países del mundo; se dio paso a los más amplios derechos y garantías individuales; se crearon las primeras organizaciones sindicales; en fin, los intereses populares se constituyeron en los ejes de la acción gubernamental del Viejo Luchador.

Al grito de “Viva la religión y mueran los masones”, la confabulación de fuerzas retardatarias de la época y el fanatismo sectario incendiaron los cuerpos de Alfaro y sus tenientes. Así se consumó el magnicidio   del más grande de los ecuatorianos de todos los tiempos. La justicia ecuatoriana nunca sancionó a los autores intelectuales, cómplices y encubridores de la hoguera bárbara que ardió en las calles de Quito, un nefasto 28 de enero de 1912.

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email