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domingo, mayo 18, 2025

La palabra como arma de defensa

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Por: Lorena Ballesteros

El 12 de agosto de 2022 el escritor británico Salman Rushdie fue apuñalado por un hombre de 24 años. Ocurrió en el escenario del auditorio del Instituto Chautauqua, en Nueva York. Rushdie se encontraba allí para impartir una charla sobre seguridad para escritores, ¡vaya ironía!

Durante 27 segundos recibió más de una decena de puñaladas. La que más daño le provocó fue la que recibió en uno de sus ojos, órgano que irremediablemente perdió. Rushdie fue atendido por un ejército de médicos que se dio a la imposible tarea de salvarle la vida. Misión que alcanzaron con éxito.

Rushdie no es un hombre religioso. Es ateo. Y a pesar de que su caso ha recibido el calificativo de milagro, sigue sin creer en Dios o en las religiones. Aunque eso no significa que no sea un creyente. En su ensayo Cuchillo (2024) reflexiona sobre el amor, la vida y en especial sobre las armas con las atacamos y nos defendemos. Rushdie, a diferencia de su agresor, no usa cuchillos, usa palabras. Y aunque existe la posibilidad de que su agresor viva más años que él, sus textos trascenderán e impactarán a muchas más generaciones.

Lo increíble de este ataque es que ocurrió cuando Rushdie ya había bajado la guardia. En 1988 el autor publicó Los versos satánicos, novela que sacudió a la comunidad musulmana, pues la consideró un insulto a las creencias sagradas del islam. El entonces ayatolá de Irán, Ruhollah Jomeini, emitió un comunicado por radio, una fatua, una sentencia de muerte que instó a terminar con la vida de Rushdie y de todas aquellas personas implicadas en la publicación Los versos satánicos. Desde ese día en adelante, Rushdie estuvo en la mira de los extremistas. Cuando el estado británico dejó de brindarle garantías de seguridad, debió exiliarse en Estados Unidos. Aprendió a vivir en la sombra. A temer la luz pública. Con el paso de los años, de las décadas, dejó de pensar en la fatua y cuando menos lo esperaba fue atacado por alguien que ni siquiera había leído sus libros.

En todos esos años posteriores a la fatua, Rushdie nunca dejó de escribir. Después de la publicación de Los versos satánicos, hasta el día del atentado, Rushdie publicó otros 16 libros, la mayoría novelas de ficción, aclamados por la crítica y traducidos a 40 idiomas. Nunca pudieron silenciarlo. Su literatura no es subversiva. Es un arte. Es imaginación lúcida. Es reflexión y sabiduría.

Y menos mal que ni el cuchillo de su agresor han podido silenciarlo. Para defenderse Rushdie sigue usando su arma mágica: la palabra.

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