Por: Mariana Velasco
Con todo en su contra: acoso sistemático, no acceso a los medios de comunicación y la constante amenaza de arresto, nadie duda de la valentía y liderazgo de María Corina Machado Parisca. El trabajo de la política, ingeniera industrial, profesora venezolana, fundadora y coordinadora nacional del movimiento político Vente Venezuela, fue definitivo para que la oposición venezolana obtuviera casi dos tercios de los votos en las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela.
Los meses posteriores, mientras la dictadura pretende ignorar el resultado, restablecer el fraude y una mayor represión, cual ‘’dama de hierro’’, María Corina se mantiene firme y serena, une e inspira a los venezolanos en el sueño de retornar a la democracia y la libertad. :12er más
La comunidad internacional, reconoce la gallardía de ésta mujer de 57 años, así como su papel simbólico como modelo de esperanza y resiliencia. El Consejo de Europa le otorgó el prestigioso premio Vaclav Havel el 30 de septiembre. En justicia, sería dable que el mundo se juegue y formule una declaración-audaz para muchos- e importante para todos, a favor de la democracia y los derechos humanos, al otorgarle a María Corina Machado, el Premio Nobel de la Paz en 2025.
Este reconocimiento proporcionaría un impulso a los demócratas en Venezuela en un momento en que el dictador opera de forma despiadada. Incluso después de que el Centro Carter publicara copias de las “actas” oficiales, o recuentos de las urnas, que mostraban de manera concluyente que Maduro perdió, la dictadura ha insistido en negar los hechos.
Adalid e inteligente, a lo largo del proceso, la madre de tres hijos, no sólo demuestra su compromiso con la democracia, sino también con la paz. En un país que se desangra por su economía, corrupción y abusos contra los derechos humanos, Machado, clama por una resistencia no violenta, marcada en la expresión democrática pacífica que, contrasta con brutales medidas gubernamentales, que incluyen encarcelamiento, tortura de menores y activistas. El presidente electo, Edmundo González, exiliado en España, afirma volver en enero a tomar posesión de su cargo.
En este contexto, otorgar el Premio Nobel de la Paz, a María Corina, haría más que honrar sus logros y serviría como amonestación para aquellas naciones e instituciones democráticas que han permanecido en silencio. El Premio Nobel sería un llamado de atención al apoyo genuino a la democracia y los derechos humanos, en contraposición a la retórica vacía.