Pienso luego existo… Y voto

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Por: Mauricio Riofrío Cuadrado

De un tiempo a esta parte, los ecuatorianos hemos perdido en gran medida, la capacidad de asombro, ya casi nada nos sorprende. Siempre se ha dicho que ya no se puede caer más bajo, en cuanto a política se refiere, pero cada elección, nuestra fauna electoral se supera y nos deja con una sensación de orfandad o más bien de naufragio en medio de un mar de incertidumbre y mediocres actitudes.

Los viejos escritores del siglo 19 afirmaban que, el genio llega a forjarse y que la mediocridad no se forja nunca, se preguntaban ¿De qué podría forjarse? Pues si hubieran escuchado y visto lo que nosotros en esta campaña electoral, habrían encontrado fácilmente la respuesta a su interrogante.

Quedan lejanos y para el recuerdo los indispensables códigos éticos de conducta, a causa de lo que se ha dado en llamar nuevas tendencias o corrección política, estas circunstancias han minado la racionalidad y la convivencia, vivimos en un mundo que camina a pasos agigantados hacia su autodestrucción, deambulamos por el sendero de la intolerancia y la falta de respeto. No se trata de pesimismo o mal fario, se trata del día a día, de la rutina que nos deja ver las deformaciones sociales que, desgraciadamente tienden a normalizarse. Salga a la calle apreciado lector y lo comprobará ipso facto.   

Decirle la verdad a la gente es correr el riesgo de no contar con su apoyo, hay pueblos a los que les encanta que les mientan, que les ofrezcan todo, aunque intrínsecamente saben que no podrán ser cumplidos sus anhelos, pero inclusive así, les gusta pasar un buen rato “haciendo política”, discutiendo y soñando, lo cual no está mal, porque soñar no cuesta nada y es fundamental, lo malo es despertar cayendo al vacío.

Lamentablemente en esta campaña electoral se ha evidenciado que,  las viejas prácticas permanecen, antes eran los pasquines, ahora son los audios vergonzosos e infamantes, los partidos políticos se alquilan o venden al mejor postor, el populismo clientelar se mantiene, la compra de votos persiste, la violencia en todas sus formas no ha desaparecido, las fake news y las encuestas direccionadas proliferan, la sombra del narcotráfico dejó de ser tal para transformarse en protagonista que contamina, ordena e impone. También hay que reconocer, en honor a la verdad, que entre las candidaturas existen las consabidas excepciones para confirmar la regla, pero lo alarmante, lo de verdad decepcionante es la generalidad.

Indudablemente estamos frente a un Ecuador anémico y anómico, lo primero por la insuficiencia de salud mental y lo segundo por la desorganización engendrada por la disminución de valores, su destrucción y el consecuente rompimiento del orden social.

La comunicación política, en estos últimos tiempos, ha dado muestras de que no puede ser más desastrosa, es una pena ver a gente inteligente haciendo el ridículo para captar la atención y el favor popular en las urnas, la banalidad del tik tok y los memes, con el pretexto de la creatividad y la innovación, lo único que ha generado es el soterramiento de las ideas y el debate racional sobre los graves problemas que nos azotan.

Hoy, mientras todos acudimos a cumplir con la Patria, es necesario reflexionar sobre la democracia, está claro que no radica en rayar una papeleta a favor de uno o de otro. El concepto de democracia esta indisolublemente ligado al de libertad para decidir, expresarse y participar, hoy tenemos el compromiso de labrar el destino de nuestras ciudades, cantones y parroquias a través de un voto informado, responsable y consciente.

Se debe respaldar la honestidad, la experiencia, la formación, el valor de la correcta actitud política, porque el manejo de la cosa pública requiere pulcritud y transparencia, es vital y urgente desterrar el robo a mansalva, para que nunca más nos encontremos con casos como aquel contado por Kemmerer, el economista de la misión que llegó durante el periodo del Presidente Isidro Ayora en 1926, quien relataba que un senador ecuatoriano encargado de comprar, en Estados Unidos, diez mil sillas de montar para el ejército, las adquirió en 7 dólares cada una y facturó al Estado a 40 dólares. Esto hace casi 100 años y seguimos…

El país merece un futuro más halagüeño, sin cleptócratas ni patrañas, sin tramas, tejemanejes ni impunidad, cada ecuatoriano desde su trinchera, debe cambiar su propio mundo para que el mundo cambie…

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