LUTO
La tarde del 26 de noviembre de 2024, el cielo de Píllaro se teñía de tristeza mientras una leve llovizna caía sobre el lugar. La comunidad se aglomeraba en silencio, esperando el paso del féretro de Diana Ruiz Solís, la primera mujer piloto supersónica del país.
Cubierto con la bandera tricolor, el féretro fue escoltado por cadetes de la Escuela Superior Militar de Aviación Cosme Renella (ESMA), rindiendo homenaje a la mujer que marcó un hito en la aviación ecuatoriana.
Afuera de la Municipalidad, el alcalde Israel Chicaiza ofreció un homenaje solemne y decretó dos días de luto en honor a Diana, quien dejó una huella imborrable en su comunidad. La bandera del lugar ondeaba a media asta, mientras los pillareños se preparaban para despedir a su heroína, cuya vida fue un reflejo de perseverancia, dedicación y amor por su país.
Diana Ruiz Solís, a sus 32 años, tenía una carrera brillante como piloto de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE). Desde pequeña, soñaba con volar y, a pesar de los obstáculos, logró cumplir su sueño, convirtiéndose en un referente para las mujeres y la comunidad de Píllaro. Su valentía y capacidad la llevaron a ser reconocida en marzo de 2024 como Mujer del Año en la ciudad, y a participar activamente en foros sobre mujeres influyentes.
La tragedia ocurrió cuando, el 26 de noviembre, Diana sufrió un accidente aéreo junto al cadete Juan Andrés Pacheco. El accidente, que le arrebató la vida, ocurrió mientras se encontraba en plena preparación para su boda eclesiástica, prevista para diciembre.
El Teatro El Obrero, el mismo que la celebró en vida, se convirtió en el espacio de despedida para Diana, donde sus compañeros de la FAE y decenas de ciudadanos le rindieron homenaje entre flores y oraciones. En medio del dolor, su legado sigue vivo, inspirando a todos los pillareños que la recordarán como una mujer humilde y luchadora.
La ciudad de Píllaro, consternada por su partida, honra a Diana como una de sus más grandes hijas, cuya vida sigue siendo un ejemplo de superación y amor por su tierra.