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viernes, enero 17, 2025

Poder total

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Por: Franklin Barriga López

Siguen los actos absolutistas que perpetran Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo en Nicaragua, país que cayó en manos de estos dictadores. Desde 2007 y como si se tratara de un feudo, gobiernan con el mayor desparpajo.

Para eternizarse en el gobierno, presentaron a la Asamblea, dominada por ellos, las propuestas de aumento del periodo presidencial de cinco a seis años, que su compañera sentimental sea designada copresidenta, con facultades para intervenir en los otros poderes que sostienen a la genuina democracia: legislativo, judicial, electoral, de control y fiscalización también en regiones y municipios. Al no existir separación de poderes, sencillamente no hay democracia.

Se ha llegado al colmo del descaro y nepotismo, con la proyección que se ha hecho para que su hijo Laureano les suceda en el mando, propuesta también aprobada en el Legislativo, en el sentido de que la copresidenta puede nombrar vicepresidente; con ello, se instauró una dinastía.

Justificada indignación ha causado lo descrito, además porque el pluralismo político ha desaparecido, debido a los abusos y virulencia autocrática ejercida en contra de los opositores. Basta mencionar que, en el 2018, hubo protestas que fueron salvajemente reprimidas y que dejaron el saldo de 320 muertos, de acuerdo a informaciones de la ONU. A centenares de ciudadanos críticos se les declaró “traidores a la patria”, se les retiró la nacionalidad, se les prohibió ejercer cargos públicos y de elección popular de por vida; incautándoles, además, sus bienes inmuebles. Uno de los que sufrió estas retaliaciones es el escritor y periodista Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017.

Los sátrapas nicaragüenses son una lección negativa para los pueblos. Estos tiranos se disfrazan de redentores y, cuando se les cae la máscara, se presentan como en realidad son: déspotas, enemigos de la libertad y la democracia.

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