ARTÍCULO DE OPINIÓN
Por: Aldo Maino Isaías
No sólo pasa en Ecuador, el fenómeno del aumento de los empleos pasa de ser un dato económico-estadístico a ser muy útil para fines políticos. Es muy lógico, no hay mejor evidencia para un gobernante que una economía en crecimiento y todos los efectos positivos que ello conlleva. Lo hizo muy hábilmente el expresidente Trump en Estados Unidos, twitteando seguidamente cada aumento del número de empleos, buscando realmente minimizar a sus opositores y posicionarse para una reelección. También en el ámbito local se muestra mucho el número de afiliaciones al seguro social como muestra de un resultado positivo en la gestión política gubernamental. Pero ¿qué pasa si sucede lo contrario?
A contrario sensu, un desempeño negativo en el número de empleos afecta en la misma proporción, pero de manera inversa. Crece el desánimo, la falta de optimismo y hasta de fe en el gobierno. Y esto se da mucho porque crecemos con el chip que es el Estado quien debe generar los empleos, confundiendo el rol real del mismo, que es el de generar, pero las condiciones para que el sector privado, entiéndase las empresas y la industria, puedan ofrecer puestos de trabajo reales, bien remunerados y de calidad.
Ahora mismo podemos ver en el ámbito internacional, el efecto que tiene, real y mediático, los despidos que se han hecho especialmente en el sector de la tecnología. Por ejemplo, Twitter ha despedido al 50% de sus colaboradores, Meta (ex Facebook) ha proyectado un total de 11.000 empleados, por alrededor del 15% de su nómina; Peloton, la gigante de equipos para gimnasia llega a casi 3.000 despidos bordeando el 50% de su nómina. ¿Que salió mal? ¿Fue un exceso de personal? ¿Los sueldos se volvieron impagables? ¿Las empresas crecieron irresponsablemente? ¿El gobierno de su país no generó las condiciones para una sostenibilidad en el tiempo? Pueden ser muchas las preguntas y muchas más las respuestas. Ninguna relacionada con el salario básico de ley o la imposición de una tabla salarial.
Por costumbre, una vez cada año en Ecuador, en el mes de diciembre, se habla mucho y se toman decisiones sobre el salario básico unificado (SBU). Hace pocos días se ajustó para el 2023. La discusión no debe centrarse en el valor de incremento sino en la calidad de los empleos que se pueden generar y si estas medidas de alguna manera contribuyen o afectan al crecimiento del sector privado como gran generador de empleos. Aunque parezca un cuento de hadas, es la calidad del empleo y no la remuneración básica, lo que genera en el tiempo un verdadero bienestar en la gente y por consecuencia se convierte en un potencializador de empleos.