La evaluación del desempeño suele percibirse como un trámite administrativo o, en algunos casos, como una fuente de estrés para los colaboradores y líderes. Sin embargo, “cuando se aborda con una perspectiva estratégica, puede transformarse en una herramienta poderosa para impulsar el crecimiento individual y organizacional”, menciona el experto Sebastián Lima, director Business Solutions de SGF Global, en Ecuador.
A continuación, destacamos algunas recomendaciones para la evaluación anual del personal:
1. Más allá del diagnóstico: Construir un plan de acción, en lugar de limitarse a identificar debilidades, las evaluaciones deben centrarse en oportunidades de mejora. Esto implica establecer metas concretas, realistas y alineadas con los objetivos de la empresa. Para cargos directivos, es esencial incluir metas de desarrollo en liderazgo, comunicación y gestión del cambio.
2. Promover una cultura de retroalimentación continua: Las evaluaciones no deben ser eventos aislados. Fomentar un flujo constante de retroalimentación, tanto ascendente como descendente, ayuda a construir confianza e identificar problemas antes de que escalen. Esto es especialmente útil para cargos directivos, ya que les permite ajustar su estilo de liderazgo con base en las necesidades del equipo.
3. Vincular la evaluación con oportunidades de desarrollo: Una evaluación efectiva debe ir acompañada de recursos que permitan a los colaboradores cerrar brechas de habilidades. Esto puede incluir capacitaciones, mentorías o coaching ejecutivo para los líderes. De esta manera, el proceso no solo identifica áreas de mejora, sino que habilita a las personas para superarlas.
4. Reconocer logros y fortalecer el compromiso: “Ojo, no todo es crítica; una evaluación equilibrada debe destacar los logros individuales y de equipo”, añade el especialista de SGF. Esto refuerza la motivación y el compromiso, especialmente en posiciones de liderazgo, donde el reconocimiento público puede inspirar al resto de la organización.
Al convertir la evaluación en una herramienta constructiva y orientada al futuro, las empresas pueden crear un entorno donde cada persona, desde los colaboradores hasta los líderes, ver el proceso como un trampolín hacia el crecimiento y el éxito compartido. La clave está en escuchar, actuar y construir juntos.