EDITORIAL
Diego de Almagro fundó la ciudad de Riobamba el 15 de agosto de 1534, en la antigua Ciudad de Liribamba, milenaria capital de los Puruhaes, hoy Villa La Unión, Cantón Colta. Fue la primera ciudad española fundada en tierras de lo que hoy es el Ecuador. De “68 vecinos en sus respetivos solares”, según testimonio del historiador Carlos Ortiz Arellano, se ha pasado a más de 260. 000 en la actualidad.
El Municipio no ha programado, como en otros años, una agenda cívica con un conjunto rico de actos conmemorativos: eventos culturales, deportivos, cívicos, académicos, artísticos, literarios, religiosos, muestras pictóricas, presentación de coros y otros.
Los ediles con el Alcalde a la cabeza, con sus decisiones producto de un análisis de nuestra realidad, deben generar avances sustantivos en los ámbitos de desarrollo urbanístico, de progreso socioeconómico, de fortalecimiento de nuestra identidad, en fin de todo aquello que contribuya a que la Sultana se vaya posicionando entre las urbes ecuatorianas con más fuerza hacia el futuro desde un ayer lleno de gloria, para que los riobambeños y los residentes avancen orgullosos hacia el elevadas metas, sin dejar espacios para el retroceso; convencidos de que mientras exista pobreza, desempleo, corrupción el orgullo fundacional carece de sentido.
Los riobambeños y quienes hicieron de esta ciudad su residencia para emprender un proyecto de vida disfrutan de su paisaje, de la frescura y sanidad de su clima, de su origen y prosapia. Porque Riobamba, a más ser bonita, tiene mil razones para sentirse orgullosa de su pasado y de su presente, de sus primicias, de su mestizaje, de su actitud constructiva, de su bienestar colectivo que se gesta día a día, de los esfuerzos para lograr cambios positivos.
Que los 488 años de fundación sea un punto de partida para soñar en grande en la generación de puestos trabajo, para lograr mejores servicios básicos, una ciudad más limpia y organizada, democrática y progresista.
