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viernes, febrero 7, 2025

SOÑAR NO CUESTA NADA… El idiota: Traído de la mitología griega

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Por: Edgar Frías Borja

Nos cae como anillo al dedo abordar en este artículo sobre el síndrome de Procusto, toda vez que, en esta contienda electoral atípica, la descalificación al contrincante o adversario es una práctica evidente y cotidiana.

Amable lector, primero, permítame que le ponga al tanto de quien fue Procusto. Este era un personaje de la mitología griega que ofrecía posada a los viajeros, a quienes obligaba a acostarse en una cama de hierro, donde, si eran más largos que la cama, les cortaba la parte sobrante de las piernas, y si eran más pequeños, los estiraba, descoyuntándolos, hasta que calzaran con el espeluznante catre.

Esta leyenda, con sus varias versiones en las que cambian algunos detalles, es una formidable expresión de la mentalidad idiota que hoy está en boga; es decir, entendiéndose como idiota a todo aquel que ve sólo lo propio y nada más. Arturo Bravo Retamal, acota: “ El idiota desecha todo lo que no encaja con su miope visión. No sólo que es una visión pobre, sino ridícula, porque pretende ser la medida de todas las cosas.

Creemos ilusamente que conocemos la realidad tal cual es, cuando en realidad lo que percibimos es nuestra interpretación de ella. Conocimiento e interpretación que se dan en un solo acto. Y la interpretación depende de factores culturales, biológicos e incluso biográficos, porque de una determinada realidad me va a llamar más la atención aquello que se conecte con alguna experiencia significativa. No conozco toda la realidad, sino lo que alcanzo a ver desde el punto donde estoy ubicado, por eso es necesaria la participación de los demás para lograr una imagen más completa de la realidad. Esto nos ayuda a verificar y corregir las interpretaciones individuales.

Que todo sea interpretación no significa que cualquier interpretación da lo mismo, porque hay algunas que se acercan más a la realidad y otras se alejan bastante.

El síndrome de Procusto es el reino de la subjetividad individual. En cada Procusto hay un fundamentalista, inmune a argumentos y razones. Es la antítesis del diálogo.

Una comunidad de cualquier tipo se construye a base de la escucha, de ponerse en el lugar del otro, para ver la realidad desde su posición; y, capaz que nos encontremos con la sorpresa de que tenía razón en lo que nos estaba diciendo. Además, que uno tenga razón no significa necesariamente que el otro esté equivocado, sino que cada uno ve lo que puede ver desde el sitio donde se encuentra. El encuentro de múltiples visiones, que han sido verificadas previamente para corroborar que no son espejismos, en un ambiente de buena voluntad, de amistad social o cívica, es lo único que nos puede ayudar a superar las fracturas de nuestra sociedad”. Como soñar no cuesta nada, bajémonos del pedestal en que estamos y pensemos que no es necesario que estemos de acuerdo en todo, pero sí es fundamental empezar por ponernos en los zapatos del otro.

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