Por: Edgar Frías Borja
Sí, llegó la hora de cambiar de actitud, no solo porque llegó la Navidad, sino porque la realidad actual, demanda de un cambio radical y profundo, sobre las malas costumbres que hemos adquirido últimamente los ciudadanos ecuatorianos. Malas actitudes que han deslegitimado a una sociedad, otrora, llena de valores y, sobre todo, amantes de la paz, el progreso y el buen vivir.
De acuerdo al lenguaje cristiano, el advenimiento, se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento, a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.
Pues, la palabra esperanza nos invita a que no perdamos la fe, en lograr un mundo mejor, lleno de justicia, paz y solidaridad; mientras que, el término arrepentimiento nos hace pensar en el hecho de haber realizado o dejado de realizar algo, para bien de nuestra propia existencia humana.
Estas sencillas, pero trascendentes reflexiones, nos invitan a que, trabajemos por cambiar la realidad en la que hoy vivimos, una situación de constantes e interminable sobresaltos, zozobras e inestabilidades emocionales, que a la postre nos van deshumanizando.
Entonces, el reto para la generación actual, es dar un golpe maestro de timo, a nuestra conducta y forma de pensar, con respecto a nosotros mismos y frente a los demás. Ya basta de actos llenos de hipocresía, falsedad y contubernio, con prácticas de actos reñidos con la ética, la moral y las buenas costumbres.
Que esta navidad sea el espacio de una reflexión profunda, el reconocimiento de nuestra mea culpa, sobre lo que hemos hecho o hemos dejado de hacer en favor de contribuir con el bienestar y provecho individual y colectivo.
Entiendo, que lo expuesto en este espacio periodístico, puede ser un lirismo, que, para muchos espíritus, no cause mella alguna; pero, sin embargo, aspiro a que en uno que otro lector, esto sirva de motivación para el cambio de mentalidad y actitud en el proceder cotidiano de su existencia, convirtiéndose, por lo tanto, en el generador de una fuerza anímica para el cambio de su acción cotidiana.
Revertamos esta anómala práctica, con más amor, solidaridad, comprensión, lealtad, amistad y comprensión, haciendo de este mundo un mundo mejor para todos. Que el egoísmo y la mala fe, no sean los causantes del dolor de nuestros semejantes. Como soñar no cuesta nada, unamos nuestras voluntades para juntos luchar por el cambio radical que nuestra sociedad hoy en día lo requiere para construir una sociedad de valores y bienestar colectivo.