Por: Edgar Frías Borja
Es este y no otro, el dilema que nos planteamos los ecuatorianos, a sabiendas que el bien común está en juego y que la política bien ejercida, nos permitirá departir de esos beneficios; no así, la politiquería que solo busca el acomodo y beneficio personal, la del grupo o del partido.
Todo mundo, desde luego, quienes de manera responsable se preocupan por el futuro del país, han concentrado sus esfuerzos, en dilucidar entre lo conveniente o lo inconveniente de elegir a uno de los finalistas, como el jefe del estado ecuatoriano.
De esta disyuntiva, nace la gran pregunta ¿Por quién votar? Pues, si somos responsables con nuestro propio destino, con el futuro de nuestra sociedad y el de la Patria misma, creo que hoy más que nunca, no debemos de elegir, al menos malo de entre los dos malos, o de entre los dos perores al menos peor. Debemos de seleccionar al mejor, al que hará de nuestros sueños, realidades tangibles.
De manera personal, Yo, votaré por quien, en su discurso político o en sus arengas, llame a la unidad del pueblo ecuatoriano. A quien convoque a converger en torno a la unidad nacional, a quien hable de amor y no de odio, a quien no manifieste ser proclive al revanchismo o venganza. Es hora de pensar en la Patria, de pensar en que desunidos solo nos espera nuestra propia autodestrucción.
Que los candidatos de las dos tendencias nos den muestra de madurez política y que antepongan los sagrados intereses de la nación a los protervos o mezquinos intereses personales o de grupo. Mis deseos pueda que suenen a utopías, pero de estas utopías los hombres y mujeres de buena fe, siempre hemos hecho realidades concretas.
En esa virtud, es hora compatriotas que nos despojemos de las banderas del partido y nos cobijemos con el sagrado tricolor nacional, sintiendo en el corazón, en la mente y en nuestras venas, el espíritu patriótico, desgraciadamente hoy en día, venido a menos.
Por lo tanto, la segunda vuelta ganará, quien determine una postura política, dejando de lado la postura politiquera, lisonjera o del baratillo. Entiéndase, ganará quien haga propuestas integrales para encontrar las soluciones a la problemática que nos aqueja. Remontemos las viejas mañas empleadas por los políticos inescrupulosos que buscaban las soluciones coyunturales, empleando pactos por debajo de la mesa, o entre gallos y medias noches.
Entonces, es hora de pensar en que todos debemos de vestirnos con la camiseta tricolor, aunar esfuerzos que nos aliente y permitan salir del hueco en el que nos encontramos como consecuencia de un accionar demagógico, generada por la politiquería que nos domina.