Desde la madrugada de hoy la Reina de Riobamba, Daniela Encalada, nuestra Reina pasó a ser el símbolo y paradigma de la mujer riobambeña, engalanada de talento y sensibilidad social. Más allá de su estatura física, de su peso ideal, de su sonrisa fresca, de la armonía de su rostro, de su dulce mirada, amalgama de ternura y pasión, encarna a la mujer que lucha, sueña, amasa ilusiones, forja la vida en la cotidianidad del esfuerzo y el sudor que ennoblece. Recibió la corona consagratoria tanto por su expresiva belleza y su seductora figura como por sus inteligentes respuestas, y presidirá las fiestas de la ciudad y los numerosos actos culturales, sociales y artísticos programados con motivo de los 196 años de la Batalla de Tapi.
Pero también llega a presidir durante un año, desde ese sitial de honor y privilegio, el trabajo fecundo y creador de los riobambeños con raudales de inteligencia y sencillez, galanura y donaire; llega a forjar la unidad de sus coterráneos, a ser parábola de esfuerzo y constancia en la consecución de las metas más altas y prometedoras de la ciudad, a ser pionera de lucha y fortaleza del conglomerado social riobambeño.
En el año de su reinado, espacio para la generosidad del intelecto y del alma, de darse a los demás, de renunciamientos y siembra para la cosecha del espíritu, estará junto a su pueblo, codeándose con la niña del alba o la anciana del ocaso; estará para alentar a las mujeres abandonadas, traicionadas; estará cerca de las madres solteras, de las trabajadoras dentro y fuera de casa; de la quinceañera en formación y de la que fue deformada, prostituida.
Que su exultante presencia, que su figura fresca sea un estímulo permanente para los riobambeños en sus afanes de progreso