VIOLENCIA PÚBLICA Y FORMACIÓN DE VALORES EN LOS NIÑOS/AS

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Carlos Moreno Arteaga

Uno de los problemas que evidenciamos a diario, es el incremento de los niveles de violencia en la sociedad y a su interior la más preocupante: la que viven los jóvenes en los hogares, el barrio o las instituciones educativas y sobre la cual se manejan diversas causas.

Hoy nos referiremos a la violencia que se da en muchos eventos públicos y que es aceptada socialmente bajo el pretexto de cultura, tradiciones o costumbres y cómo esta incide en la formación de los niños/as y adolescentes. Revisando un poco la literatura especializada sobre este tema, la psicóloga y terapeuta española Claudia Varela, basada en estudios que se hicieron en Francia y España, nos aporta con algunos criterios y experiencias. El estudio constató que a la mayoría de eventos en los cuales va a ver un enfrentamiento de un ser humano con un animal, entre dos animales o dos seres humanos, los niños son llevados -por sus padres o algún otro adulto- a la fuerza, ya que de manera natural los niños demuestran aversión a la sangre o a la muerte, pues no encuentran relación de esta violencia con la diversión.

Para los niños/as, el asistir a un evento en el cual se ve a personas o animales sangrando y siendo lastimados por otro es de por si perturbador. Esto les genera sorpresa y temor,
pues al estar formándose sus patrones mentales, ellos no discriminan adecuadamente y no comprenden cómo esto puede ser presentado como parte de una “tradición cultural”. Ellos lo que ven es que un animal o persona está siendo lastimado.

Si la presencia de los niños/as en este tipo de espectáculos, en donde se lastima y sacrifica a un animal, se vuelva permanente, el riesgo que se corre es que paulatinamente
“los niños inhiban la sensación de compasión hacia los animales y hacia las personas, hay una debilitación del sentido moral, porque por un lado educamos a los niños para que
censuren la violencia y por otro lado se refuerza la violencia en una situación en donde además el sufrimiento (del animal) se convierte en una diversión, en un goce…”, como lo sostiene la Dra. Varela.

Según esta investigación, la violencia a la que son expuestos los niños/as a través de los medios de comunicación, se ve reforzada cuando ellos asisten a eventos en vivo en donde ya no solo la miran en una pantalla, sino la presencian. Es por eso que el estudio recomienda que ni los niños/as, ni los adolescentes deben asistir a este tipo de espectáculos pues, en el caso de los primeros al estar en proceso de formación de su personalidad, ellos no tienen la suficiente madurez mental para discriminar lo que se considera adecuado, por lo que el impacto es altísimo. En el caso de los adolescentes, al encontrarse ellos en una etapa de transición que les genera muchas confusiones, es preferible no llevarles.

En fin, si queremos contribuir en la formación de nuevas generaciones con valores de respeto, tolerancia y consideración, debemos empezar por erradicar muchas prácticas que
cobijadas bajo el pretexto de cultura, tradición o costumbre, generan, no solo violencia hacia los animales o personas, sino que conculcan o violan derechos humanos fundamentales de las mujeres, las minorías étnicas, los grupos vulnerables, etc.

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