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domingo, enero 19, 2025

A un año del Decreto 111 y el estado de guerra interna

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El Decreto 111, emitido por el Gobierno nacional a principios de enero del año pasado,  determinó el conflicto armado interno en el país y la consiguiente movilización total de las Fuerzas Armadas y del orden para defender  la soberanía nacional frente a la amenaza real de las fuerzas del mal aglutinadas  en veintidós organizaciones delictivas que cuentan con miles de miembros a nivel nacional, organizaciones que han sembrado el terror en la ciudadanía por medio de asaltos, crímenes, secuestros, chantajes, transgresiones  y más delitos de todo tipo.

Lamentablemente, estas organizaciones criminales cuentan con alto poder económico y político por lo que han logrado penetrarse en todos los estamentos estatales. Según los analistas, es la narcopolítica que, de alguna manera, mueve tras bastidores todo ese tinglado que atenta la seguridad de la República, la paz, el trabajo y el progreso de la sociedad.

De hecho, los conflictos armados internos pueden tener amplias y profundas implicaciones para un país en diferentes niveles. La población civil puede ser afectada con consecuencias como escasez de alimentos, acceso limitado a servicios básicos como la educación y la atención médica. En el desarrollo socioeconómico, los conflictos armados pueden llevar a una recesión económica a largo plazo por la disminución de inversiones, del comercio y la producción. Pero además, puede generarse un ciclo constante de violencia, donde las represalias y los resentimientos alimentan continuamente nuevas olas de conflicto.

En este escenario negativo, lo positivo, lo trascendente, lo histórico de la coyuntura, es que muchos sectores políticos, institucionales, sociales se unieron a lucha, respaldaron la decisión política del Gobierno. Y esa unidad, aunque no duradera, devolvió en gran medida el optimismo de ver mejores días en la vida nacional. Porque se trata, sin duda alguna, de una lucha en la que está de por medio la supervivencia de la democracia, las libertades, la soberanía nacional, en definitiva, el bienestar, la prosperidad, el trabajo, la paz de la ciudadanía, lucha en la que no hay otra alternativa que la victoria final, sin claudicaciones ni acuerdos con los grupos beligerantes.

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