¿Nuevas prioridades en finanzas?
Por: Pablo Lucio Paredes
Recordemos cifras claves. Gasto del sector público no financiero (incluyendo municipios, empresas, FF.AA., etc.): 36 mil millones al año, igual 100 millones diarios. Ojo: ¡100 millones diarios!
Y dentro de eso, gasto del Gobierno central (incluyendo transferencias a municipios y otros): 30 mil millones anuales, 80 millones diarios. Y hay que agregar el pago de capital de deudas anteriores, unos 4 mil millones al año, pero que se pagan con nuevas deudas (no salen “del bolsillo”). Francamente, con esos montos ¿los gobiernos se pueden quejar de que “falta plata”? …peor, recordando que hace 15 años se gastaba (redondeando) la mitad.
¿Por qué entonces tanta queja sobre la acción estatal? Porque se gasta mal. ¿Qué debe hacer un buen manejo desde Finanzas? (…). Y lo planteo estando consciente de que es fácil decirlo desde mi escritorio, y que es un cargo muy (muy) difícil, colgado entre economía y política.
Uno. Finanzas sanas, alrededor de un déficit cero. Pero no con más impuestos (como la última reforma tributaria) sino con ajustes en gastos.
Dos. Eliminar la enorme cantidad de gastos improductivos: tanta institución pública innecesaria, exceso de personal (en sueldos se van 10 mil millones al año, 20 % más que el promedio de la región), exceso de procesos burocráticos y más. Ojo, es errado el criterio de que casi todo se gasta en seguridad, educación, salud y alguna otra prioridad, hay mucha grasa que recortar, aunque es cierto que las trabas legales lo dificultan. Por supuesto se debe incluir el increíble malgasto en el subsidio a combustibles (bien calculado son unos 5 mil millones), pero es un tema político que no depende de Finanzas. Y no es cierto tampoco el criterio de que “eliminar gasto estatal es malo porque frena a la economía”, no hay razón, porque al hacerlo se liberan recursos para uso privado y aumenta la productividad media de la economía.
Tres. Priorizar el uso de recursos en las áreas que sí son importantes para la sociedad: seguridad, educación o salud (incluyendo apoyo en el periodo de gestación materna, desnutrición o agua potable), ejemplo, es inaceptable el desabastecimiento en medicamentos que cuesta 150 millones adicionales al año (eso es ineficiencia, no falta de fondos). Y también la obra pública, pero no bajo el criterio de “eso ayuda a mover la economía”, sino porque “esas obras son útiles y productivas”. ¿Por qué la distinción? Porque es muy peligrosa la idea de hacer cualquier cosa con tal de que el Gobierno mantenga “liquidez y empuje económico”. Para eso está el sector privado (hasta por números: el 80 % de la inversión es privada).
Cuatro. Trasladar actividades al sector privado. Continuar la venta del Banco del Pacífico y ojalá CNT. Abrir concesiones de vías a los privados con peajes, sea para mantenimiento u obras (la autopista Quito/Guayaquil). Por supuesto con procesos honestos y cuidando el uso de esos fondos (que no pueden ir al torrente del presupuesto).
Cinco. Además, siendo Ministerio de Economía, apoyar las necesarias reformas como la laboral, apertura al mundo, seguridad social y el empuje petrolero y minero. Pero, claro, ahí detrás hay mucha política limitante.
Fuente: El Universo