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sábado, noviembre 9, 2024

Consternación en Pastaza por accidente aéreo

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Escenas de dolor se viven en Pastaza tras el accidente de la avioneta Cesna 206 de la Compañía AéroKashurco en el sector Kunkuc – San Ramón Km. 53 vía Puyo Macas, que causó la muerte de cinco personas incluido el primer piloto kichwa, oriundo de Sarayaku Israel Viteri Gualinga.

Familiares y amigos del piloto lloraban desesperados en la morgue del Hospital Puyo al ver llegar las ambulancias con los restos de los fallecidos, especialmente del Capitán Viteri que se había ganado el cariño de la gente en estos casi 15 años de volar las comunidades de la selva amazónica, salvando la vida de sus hermanos.

Casi diez horas les tomó a los socorristas llegar por tierra al lugar del siniestro y recuperar los cadáveres, debido a la lluvia, el lodo y la topografía accidentada de la zona. Un helicóptero de Aeropolicial, horas antes había conducido a un niño sobreviviente al Hospital Puyo, pero por las severas lesiones fue transferido al Hospital Vaca Ortiz de Quito.

En los hangares de Aviación Civil en la parroquia Shell, se instaló una capilla ardiente para darle el último adiós al compañero y amigo, sus familiares cercanos lloraban enloquecidos viendo los restos inanimados de quien horas antes se había despedido con su sonrisa carismática, que transmitía vida y esperanza.

No entendían por qué, un joven lleno de vida, que aún no había llegado a los 40, había tenido que apresurar su último vuelo al infinito, si ya en otras ocasiones había tenido tres accidentes y salió las tres veces ileso; que, bromeando, el mismo había comentado “que más se había lastimado en la bicicleta que cayéndose con la avioneta”.

El domingo 16 de febrero, los pilotos de las aerolíneas de Shell, con una ceremonia propia de los caballeros del aire, le despedían al féretro con destino a la parroquia Sarayaku, donde descansarán por siempre sus restos, porque su alma ya está en los cielos, junto al Capitán Mayor, para abogar por los que se quedan, sorteando las vicisitudes de la vida y de surcar los cielos de la peligrosa selva.

En Sarayaku, el funeral del Primer Piloto Kichwa, hijo de esta tierra, será parte de los festejos de la Uyantza que se venía celebrando, precisamente desde el sábado 15 de febrero que ocurrió el fatídico accidente, coincidentemente él mismo transportó a los dirigentes de la CONFENIAE a participar en la fiesta.

Testigos del accidente narraron que de repente se oscureció el cielo y vieron cruzar la avioneta acelerada y casi topando las copas de los árboles, en instantes escucharon una explosión potente y una nube se elevó a los aires. El cielo volvió a aclararse, corrieron a ver y encontraron los restos de la nave esparcidos en un área de 50 metros.

Avisaron al ECU 911, un niño fue rescatado con vida, los demás muertos, incluido el piloto. Fallecieron dos mujeres, dos adultos y un niño. Funcionarios de Aviación civil revelaron que el piloto mantuvo contacto con la torre de control, poco antes del accidente, reportando falta de visibilidad por lo que iba a descender.

El impacto fue dantesco: en el primer árbol se quedó un ala y se desprendió parte del fuselaje, los cadáveres de las mujeres habrían salido con el primer impacto, porque estaban cerca, los demás esparcidos por doquier, mutilados, como los arbustos y la vegetación impactados por los fragmentos de la nave.

La lista de la Aviación Civil reveló los nombres de los fallecidos Israel Viteri Piloto, Carmen Nancy Grefa Tanguila Docente, Antonio Marcelo Vargas Guatatuca Docente, Juan Acacho. El único sobreviviente es Axel Acacho de 4 años, permanece en el Hospital Baca Ortiz de Quito en estado crítico.

Israel Viteri tenía 38 años de edad, a los 18 años hizo su primer vuelo. Había cumplido 15 años de volar las pistas incipientes de la agresiva selva y más de 4000 horas de vuelo, personajes de Puyo que habían volado con él, le reconocen como el mejor piloto de la Amazonia Ecuatoriana.

Pero su prestigio va más allá de la aeronavegación, y tiene que ver con su carisma y servicio incondicional que demostró salvando la vida de cientos y miles de personas. Y sobre todo fue un auténtico hijo de su pueblo, su hermano mayor Franco dijo de él que no solo era piloto sino cazador de la selva.

Y los dirigentes de la CONFENIAE le calificaron como un convencido de la lucha por libre determinación de los pueblos. Su memoria permanecerá indeleble en los corazones de su gente porque “los pilotos no mueren sólo vuelan más alto”, decía uno de los carteles que se exhibían en su funeral.

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