¿Hay mucho que recordar cuando, hoy 9 de agosto, llega un aniversario más de la creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Al calor de la frase de Benjamín Carrión, “Si no podemos ser una potencia militar, ni económica, podemos ser, en cambio, una potencia cultural, nutrida de nuestras más ricas tradiciones” y su teoría de la Nación pequeña, se fundó la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) en 1944, durante la Presidencia de Velasco Ibarra. Luego, en 1975, durante la dictadura de Guillermo Rodríguez Lara, se expidió el Decreto en el que se consagra el 9 de agosto de cada año, como el Día Nacional de la Cultura.
La Casa ha jugado un rol importante en el impulso de la cultura en todo el territorio ecuatoriano, a través de los diversos núcleos provinciales por cuya presidencia, a nivel nacional y provincial, han pasado ilustres personalidades, la mayoría de ellos verdaderos trabajadores de la cultura de aquella que, en concepto de Tyler incluye “ los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, el derecho y cualesquiera otros hábitos y capacidades del hombre en cuanto miembro de la sociedad”. La Casa, en momentos cruciales, nunca ha dado las espaldas a la Patria; siempre ha estado ahí para el análisis y reflexión desde el ensayo, la poesía, los encuentros culturales, en procura de cambiar la realidad más allá de la reducción de los presupuestos institucionales y nuevas estructuras, venidas desde la política.
Volvemos a insistir que la Casa, nuestra Casa, siga abriendo caminos con la fuerza de originalidades creadoras en función de rescatar, construir, consolidar ese conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida y tradiciones de nuestros pueblos, de grupos sociales y su desarrollo artístico, sus modos de vida y costumbres, para que no sucumban en el albañal de la corrupción que, al parecer, es el ADN de ciertos grupos de poder político y económico.