EDITORIAL

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Recordando a Medardo Ángel Silva     

Hoy, se cumple un año más del fallecimiento del poeta, escritor y periodista guayaquileño Medardo Ángel Silva. Con este motivo, los actores y gestores culturales, particularmente de la tierra natal del bardo, organizan variados eventos para honrar la memoria de una de las figuras más rutilantes del parnaso ecuatoriano que, junto a Ernesto Noboa y Caamaño, Arturo Borja y Humberto Fierro integraron la inmortal Generación Decapitada, bautizada así por el ensayista ecuatoriano Raúl Andrade en su obra El perfil de la quimera. El modernismo, movimiento espiritual que nace en América a finales del siglo XIX, liderado por el poeta nicaragüense Rubén Darío, se vistió de gala en el Ecuador hacia 1920 con la poesía de la Generación Decapitada, de la que Silva fue el más conspicuo representante. La presencia  poética de  Medardo Ángel Silva sigue vigente y fresca en el alma ecuatoriana,  en poemas como “Aniversario” donde el poeta expresa el profundo dolor que le agobia al cumplir sus veinte años de edad  en medio de la nostalgia que siente por su época de niñez y adolescencia que se fueron  para “dejar de ser niño y empezar a ser hombre” porque ahora, “Se  vive tan de prisa, pronto se va tan lejos/  que repentinamente nos encontramos viejos”… En su poema hecho canción Alma en los labios, vaticina su muerte prematura: Cuando de nuestro amor// la llama apasionada// dentro tu pecho amante// contemples extinguida// ya que solo por ti// la vida me es amada// el día en que me faltes// me arrancaré la vida. La depresión y el pesimismo vital que acompañaron su existencia se evidencian en estos dolientes versos: “Se va con algo mío la tarde que se aleja// mi dolor de vivir es un dolor de amar// y al son de la garúa, en la antigua calleja// me invade un infinito deseo de llorar”. No es aventurado afirmar que bien pudo llegar, a partir de su profunda sensibilidad, a ser un Premio Nobel de Literatura como lo fueron Gabriela Mistral y Pablo Neruda. El amor y el destino marcaron prematuramente el final de la existencia llena de promesas de El Niño Poeta y truncó el significativo aporte que venía entregando a la poesía ecuatoriana y latinoamericana.

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