EDITORIAL
El zigzagueo de los motociclistas en las ciudades, sinónimos de libertinaje en la conducción, se ha vuelto mucho más peligroso para la ciudadanía y la circulación vehicular por el crecimiento exponencial de las motocicletas que se mueven a velocidades impresionantes y con ruidos ensordeceros de los que, al parecer disfrutan hasta el delirio, sus audaces conductores, con peligro de su propia vida y la de sus acompañantes, generalmente mujeres y niños, que van en el asiento trasero, casi siempre sin el casco reglamentario, al igual que los conductores suicidas.
Más allá de que las motocicletas facilitan el transporte rápido, fácil y eficiente de personas, mercaderías e incluso, la entrega de alimentos y encomiendas a domicilio, lo que ha generado nuevos campos ocupacionales; en el caso de numerosos motociclistas ecuatorianos y riobambeños se desplazan en sus vehículos motorizados con libertad (libertinaje). Al parecer, sin tener que responder ante ninguna ley o autoridad. De hecho, se conducen con total “libertad”, que en este caso, es total irresponsabilidad e irrespeto a todas las normas de circulación por calles y carreteras, con grave peligro para peatones y otros automotores, pues, rebasan por la derecha o izquierda haciendo piruetas entre los vehículos en un zigzagueo audaz y peligroso; la luz roja de los semáforos para ellos no tiene ninguna validez y hasta son verbalmente violentos si algún conductor de automóvil se atreve a llamarles la atención.
Esta evidente indisciplina y permanente irrespeto a la ley por parte de los conductores de motos no puede, no debe permitirse porque, entre otras razones, es cuestión de supervivencia ciudadana. Tanto más cuanto, según estadísticas nacionales, son estos vehículos los que mejor se prestan para el cometimiento de ciertos delitos.
Es de desear que el poco control y hasta la indiferencia e inacción de las autoridades locales y nacionales al respecto, no permitan que los motociclistas sigan “disfrutando” del zigzagueo en calles, avenidas carreteras de nuestro país, víctima de este ambiente de inseguridad reinante, a la que se ha sumado el zigzagueo de los moto-bólidos.