NACIONAL
Según la investigación policial, las bandas delictivas están usando un explosivo llamado emulnor, que generalmente se utiliza en la minería. En cinco años, el terrorismo aumentó y evolucionó en Ecuador. El 27 de enero de 2018, un carro bomba explotó en las inmediaciones del Cuartel de la Policía de San Lorenzo, en Esmeraldas.
Ese fue el primer atentado terrorista que hubo en Ecuador. El ataque se atribuyó al Frente Oliver Sinisterra (FOS), disidencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FOS). A partir de ese momento, los incidentes con explosivos en Ecuador se han incrementado.
Así lo reflejan las cifras de la Policía Nacional. En 2022, hubo 419 incidentes, de los cuales 60 fueron amenazas reales. Mientras que, en los tres primeros meses de 2023, ya ha habido 46 incidentes con artefactos explosivos.
Cuando los atentados con explosivos empezaron en Ecuador, en 2018, las pericias determinaron que los ataques, como el de San Lorenzo, se hicieron con un explosivo llamado amatol.
Este explosivo era de fabricación casera y sus componentes de fácil acceso y bajo costo. Sin embargo, ahora este tipo de delitos ha evolucionado, y en los últimos ataques cometidos en 2023, la Policía halló una característica similar. Las bandas usan como explosivo secundario el emulnor.
Este es un explosivo gelatinoso, maleable y que generalmente se utiliza en la minería. En las canteras se usa para romper rocas. Además, soporta la humedad, lo que facilita su transportación y almacenaje. Según el rastro seguido por la Policía Nacional, este explosivo es de fabricación peruana. Es decir, está ingresando a Ecuador a través de la frontera sur. Dentro de las bandas criminales hay miembros que se dedican a la fabricación y montaje de explosivos. Estas personas son conocidas como ‘artificieros‘.
En algunos casos, se ha conocido que las bandas los envían a otros países para aprender sobre esta actividad. En lugares en donde los atentados empezaron hace muchos años, como Colombia y México, los ‘artificieros‘ ecuatorianos aprenden sobre los explosivos. Sin embargo, su conocimiento sigue siendo empírico y artesanal. Cada vez que arman una bomba, el artificiero tiene un alto porcentaje de posibilidad de morir en el intento. / Primicias ec