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viernes, mayo 2, 2025

Honrar a los Adultos Mayores

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ARTÍCULO DE OPINIÓN

Por: Beatriz Viteri Naranjo

Romina Manes y otros autores de la investigación sobre las “Vejeces desiguales”, menciona que hablar de vejez es hablar de estereotipos, imaginarios y prejuicios que abundan en el pensamiento y que tienen por lo general una connotación negativa, ya que se relaciona con el abandono, soledad, marginalidad, dependencia, deterioro y enfermedad; por lo que, generalmente provoca miedo, tan solo pensar en ello.

El envejecimiento es una etapa normal de la vida, no hay que temer, hay que envejecer con dignidad; para ello, es necesario crear conciencia social y buscar alternativas y espacios que permitan mejorar las condiciones, a través de planes y proyectos, donde las personas Adultas Mayores sean entes activos en un proceso de verdadera inclusión, en la familia y la sociedad.

El rol del Estado es clave en la construcción de la igualdad en la sociedad en general y en la construcción de vejeces más igualitarias y con posibilidades de inclusión social, reales; ya que, los Adultos Mayores representan, esa reserva moral de la sociedad, son fuente inagotable de sabiduría y amor; lo cual, sin duda es un ejemplo para las presentes y futuras generaciones.

Tanto en la legislación nacional, como internacional, se reconocen los derechos de los Adultos Mayores, quienes deben recibir atención prioritaria y especializada en los ámbitos público y privado, en especial en los campos de inclusión social y económica, así como la protección contra la violencia; sin embargo, los primeros responsables de proteger sus derechos y brindarles calidad de vida, con respeto, cuidado, y sobre todo, con amor, no lo hacen, y en muchos casos, los dejan en total abandono, después de haberlos despojado de todos sus bienes.

No siempre lo que se siembra, se cosecha; muchos Adultos Mayores, durante toda su vida, han dedicado sus mayores esfuerzos, con un amor incondicional, al cuidado de sus hijos y nietos, de manera particular; sin embargo, no reciben el mismo trato cuando ellos lo necesitan, al contrario, los consideran una carga, porque su ritmo de vida acelerado, lleno de compromisos laborales y sociales, les impide dedicar parte de su valioso tiempo a su cuidado. No es porque no han sembrado amor, valores y principios, sino, porque esos hijos tienen otras prioridades.

También existen de los otros hijos; aquellos que cuidan con amor a sus padres y/o abuelos, que incluso pueden padecer enfermedades catastróficas, y aunque se torna complejo su cuidado, se olvidan de sus propias vidas para cumplir con abnegación esa dulce tarea. Ellos alimentaron nuestra vida, merecen total atención, ternura y compañía. ¡Honremos a nuestros mayores!

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