Es incomprensible la falta de interés, rayana en indiferencia irresponsable de los millones de afiliados al IESS para conocer detalladamente sobre los manejos de las finanzas del Instituto, cuyos dineros pertenecen a sus miembros cotizantes.
Esta actitud de indiferencia le ha llevado al IESS a la situación actual de muy riesgosa sostenibilidad y que desencadenaría una crisis de impredecibles consecuencias para las pensiones jubilares, pues es posible que en cortísimo plazo de cuatro años, el daño será irreparable para miles de pensionistas, todos de la tercera edad. El panorama es alarmantemente sombrío si no se da un cambio radical, drástico y oportuno, si no se acatan las recomendaciones planteada por los expertos en el informe actuarial del Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte, proyectado para 40 años y aprobado por el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social.
Para nadie es desconocido que las administraciones corruptas del IESS y los gobiernos de turno han afectado dramáticamente el patrimonio de los afiliados e inclusive sus servicios. Pero sin duda alguna, es el gobierno de Rafael Correa con sus catastróficas políticas la que asestó un golpe casi mortal a la Institución. Y lo hizo violando expresas disposiciones constitucionales y legales y con la falaz lógica de que la seguridad social “gozaba de un superávit”. Y ante la incomprensible indiferencia y quemeimportismo de millones de afiliados se apropió de los fondos para despilfarrarlos en faraónicos proyectos inspirados en su ego sobredimensionado.
Las centrales sindicales que tienen en sus filas millones de aportantes al Instituto de Seguridad Social, históricamente han sido combativas y con frecuencia radicales en sus luchas reivindicativas y conquistas sociales. No lo fueron al momento en que Correa saqueó los fondos de sus afiliados. Incomprensiblemente asumieron una actitud indiferente, pese a que, según los expertos, a mediano plazo, se podría contar o no con la pensión jubilar.
