“Juzguen ustedes”

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Una de las peores formas de la degradación del hombre es la corrupción, en todas sus caras. En los últimos días, hemos conocido cómo ciertos procesos judiciales que hasta se adjetivaron por el escarnio público han quedado en la nada. El nivel de descaro con el que actuaron los sospechosos y procesados en esa ocasión –en plenos días fuertes de pandemia– provocó el repudio de la opinión pública. Las investigaciones periodísticas demostraron, con pruebas, la gazapa e infamia de ciertos personajes para jugar al bandido y burlarse de todo un país. Volaron tan alto que hasta usaron avionetas.

Pero, después de los allanamientos, juzgamientos morales y de recordarnos todo su antecedente de delincuentes en potencia, nos cae la noticia de que los jueces los encontraron inocentes, so pena de que el Estado reciba una demanda por haberles dañado la honra.

¿Quién tiene la culpa? En ese círculo de la Fiscalía y la Función Judicial escuchamos hasta el hastío a los jueces culpar a los fiscales de no sustentar bien las causas. A los fiscales de que los jueces no hacen bien su trabajo.

Pero a todos los ecuatorianos, lo único que nos van dejando es la duda y la desconfianza. La duda y la desconfianza de que quienes administran justicia actúan viendo la cara, la alcurnia y los bolsillos. De que la justicia se ha vuelto –cada vez más– selectiva y corrupta. De que no importa si se acomodan al poder político coyuntural, porque el poder económico es más grande. “Juzguen ustedes”.

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