En días pasados se recordó el Día Internacional contra el Tráfico Ilícito y Abuso de Drogas (26 de junio), institucionalizado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como expresión de su “determinación de reforzar la acción y la cooperación en lograr el objetivo de tener una sociedad internacional libre del abuso de drogas.”
Para el Organismo mundial, la drogadicción es un grave problema social. De ahí que recomiende medidas para abordar la reducción de demanda y oferta. Las recomendaciones también incluyen las áreas de derechos humanos, jóvenes, niños, mujeres y comunidades; desafíos emergentes, incluidas las nuevas substancias psicoactivas.
Los especialistas dicen que la adicción es una enfermedad del cerebro caracterizada por la búsqueda y uso compulsivo de drogas, Pero también afirman que es una enfermedad del “desarrollo” ya que generalmente comienza en la niñez o en la adolescencia, cuando precisamente, el cerebro está en desarrollo, sumado a esto la flexibilidad propia de este órgano, el peligro es mayor para quienes caen en la adicción.
La prevención, vía educación, en todos los problemas sociales es el camino. Y con mayor razón en este azote colectivo que está destruyendo a lo más preciado de una nación: la juventud. Por otra parte, el papel del hogar, como fuente nutricia de valores, sueños, ideales, compromisos cívicos, principios democráticos, es determinante en la orientación, formación, seguridad y otros aspectos decisivos en la configuración del ser humano en desarrollo. Los padres ejercen una gran influencia sobre sus hijos y es bueno que la usen para alentarlos a no caer en las drogas. Nunca es demasiado tarde o demasiado temprano para hablar con ellos sobre el tema. Puede no ser fácil, pero si se habla desde el amor y la sinceridad, ellos se tornan receptivos, escuchan. Se afirma que la familia no es culpable de la adicción, pero sí es responsable de su reacción ante ella.