Por: Ximena Ortiz Crespo
Es tal la fuerza que tiene la celebración de Navidad que aún las personas que no son cristianas quieren celebrarla. Las tradiciones del tiempo navideño significan encuentro, dulzura, muchos adornos, música especial y calor de hogar.
El atractivo de la Navidad probablemente está en que recoge tradiciones antiguas y las que las generaciones han añadido desde tiempos inmemoriales. Milenios antes del nacimiento de Cristo ya existían rituales de transformación y renovación. En Mesopotamia, por ejemplo, era el momento de reordenar el caos y dar paso al orden dedicando un tiempo a la adoración. En las culturas del Mediterráneo (Grecia y Roma) se hacían fiestas que se celebraban cuando el solsticio llegaba y anunciaba el invierno, momento que se aprovechaba para las festividades ya que se contaba con un período de cierto descanso de las labores del campo. En Roma, las “saturnalias” (que se conmemoraba para rendir culto al dios Saturno) se iniciaban a mediados de diciembre con sacrificios y banquetes. Las calles eran el lugar de las fiestas, los romanos caminaban disfrazados por ellas, organizaban comilonas, visitaban a los amigos, les deseaban buena fortuna para el año venidero e intercambiaban regalos. Estos consistían originalmente en ramitas de árbol, higos, dátiles, frutos secos y también pasteles de miel.
Los intercambios de regalos obedecían originalmente a la creencia celta de que los mejores augurios para el año que empieza se logran cuando, al entregar generosos presentes,se atrae a la suerte. El significado original de la palabra “aguinaldo” es el equivalente a presagio o pronóstico de buena suerte para el año.
En los países de cuatro estaciones, donde en el otoño el verdor de los campos va cambiando a tonos naranja y amarillo, y, llegado el invierno, han desaparecido las hojas de los árboles, los pueblos creían que había demonios invernales que se encargaban de matar la vegetación. Sobrevivían las hojas de los árboles perennes con sus ramas verdes que, de acuerdo a las creencias antiguas,pertenecían al reino de la vida y se utilizaban para espantar a los malos espíritus. Culturas como la vikinga y la celtadecoraban los árboles perennes con frutas para honrar a sus dioses y pedir abundancia.
Parece que el quemar hojas y troncos con aromasfragantes también empezó a utilizarse para alejar la mala fortuna, a cada animal le humeaban, lo mismo que a los rincones de la casa. Eventualmente, cada miembro de la familia y los invitados recibían una bendición de humo de resinas aromáticas. En la temporada las casas lucían coronas verdes en las puertas y ventanas para ahuyentar a los espíritus malignos. Los relatos de la fiesta de la Navidad durante el medioevo cuentan que, además de las plantas perennes, existían otros recursos de defensa contra esos espíritus, como las luces de velas, campanadas einclusive explosiones que simularan disparos de armas.
En el siglo XIII, fue San Francisco de Asís (1182-1226), el santo de la humildad y la pobreza, quien aportó a la Navidad la costumbre de los Nacimientos al crear por primera vez uno viviente. En una gruta ubicada en la pendiente de un monte, construyó un pesebre en el quecolocó una mula y un buey vivos, y preparó a unos campesinos para que representaran a María, José y al Niño Dios. Desde entonces, se acostumbró la gente a cantar música dulce y delicada para arrullar al niño.
En las colonias españolas los villancicos y el nacimiento se mezclaron con algunas costumbres prehispánicas. Se conoce en Ecuador música del siglo XVI para entonar himnos religiosos navideños relacionados al nacimiento del Redentor. Algunas costumbres chinas, como fuegos artificiales y farolitos, llegaron desde Filipinas a la Nueva España y se expandieron por América.
Martín Lutero, el autor de la Reforma protestante en Alemania, fue quien primero colocó velas encendidas a un árbol, y, en el siglo XVII, los colonos alemanes llevaron la costumbre del árbol de Navidad a Canadá, al igual que la elaboración de las casitas y las galletas navideñas de jengibre.
Ya en el siglo XVII se adoptó el uso del pavo americano como elemento principal de la comida de fiestas en América y Europa. Los colonos ingleses en Plymouth,después de lograr su primera buena cosecha, celebraron una fiesta a la que le llamaron “de acción de gracias” para agradecer a Dios por la sobrevivencia de los peregrinos en un medio agreste. El pavo se popularizó en los banquetes de las casas reales europeas y, en Francia, los campesinos lo criaban con semillas –castañas, almendras y nueces– para engordarlo y darle mejor sabor cuando se lesacrificara en la cena navideña para ser servido relleno de vegetales y frutos secos.
En el siglo XVIII, el uso del árbol navideño ya estaba difundido en casi toda Europa y de él colgaban muñecas, juguetes y golosinas. Ya en el siglo XIX las sociedades urbanas de Occidente transformaron la Navidad: la festividad pública se convirtió en una fiesta íntima familiar. Eso contribuía a la estabilidad de la familia en contraste con la inestabilidad de la vida pública. Por ello,la cena navideña cobró importancia en el ámbito de lo privado –el hogar– y la alegría familiar se convirtió en la razón de ser del espíritu navideño. La presencia del alumbrado de gas ayudó a la celebración nocturna.
En el siglo XIX, el pavo, como alimento central de la cena navideña, se generaliza en todas las clases sociales; así lo confirma Charles Dickens en su Cuento de Navidadescrito en 1843. También se intensificó la costumbre de los aguinaldos, que se tradujo en la Europa industrial en un salario extra para los trabajadores en la época navideña,y para los niños en un regalo de dinero para comprar dulces y juguetes. Los pequeños empezaron a poner sus zapatos ante la chimenea con la esperanza de encontrar dinero en ellos.
A Estados Unidos se debe el proceso de metamorfosis que llevó a un obispo llamado Nicolás, que tenía ropas púrpuras y andaba en un corcel blanco, al gordito de luengas barbas vestido de rojo que viaja en un trineo tirado por renos y trae regalos a los niños desde su taller en el Polo Norte. San Nicolás llegó a Norteamérica en el siglo XVII, junto con los colonos holandeses que fundaron Nueva Ámsterdam en la isla de Manhattan.